Historia
Grabación: Lo que te ocultaron sobre la historia de Costa Rica

RESUMEN
El pasado 26 de Agosto del 2024, en la ULACIT, tuvimos una charla de primer nivel con el reconocido arquitecto e investigador Andrés Fernández. Podes ver la grabación a través de Facebook Live aquÃ.Nuestro evento en la ULACIT junto a EsLibertad, en el cual Andrés Fernández nos habló de un lado de la historia costarricense olvidada, esa de antes de 1948, fue un gran éxito.
Si no pudiste atender y deseas acceder a la grabación, podes verla a través de nuestro link de Facebook Live:
Historia
Primero de Mayo: Menos discursos, más libertad para trabajar

RESUMEN
El 1° de mayo deberÃa ser una oportunidad para reconocer que todos los que generan valor —desde el agricultor hasta el emprendedor— son trabajadores. Pero en lugar de facilitar, el Estado pone barreras que frenan la productividad. Si queremos progreso real, hay que cambiar el enfoque: menos trabas, más libertad para crear, invertir y aportar.
Este 1° de mayo es feriado nacional no solo por ser el DÃa del Trabajador, sino también porque, en 1857, los filibusteros se rindieron en Rivas. Desde 1858, por disposición del presidente Juan Mora Porras, esta fecha se conmemora como sÃmbolo de esa victoria.
Un evento clave para la soberanÃa de Costa Rica que pocas veces se recuerda, pero que nos enseña que la libertad —como el trabajo— se defiende con hechos, no con discursos.
Hoy es también un buen momento para hacer una reflexión profunda y actualizada sobre el valor del trabajo en Costa Rica. En lugar de caer en el relato añejo de trabajadores enfrentados a empresarios —donde estos últimos son presentados como los villanos— conviene revisar esa narrativa.
¿Qué es el trabajo?
Es toda actividad fÃsica o intelectual orientada a la producción de bienes y servicios que sostienen a la sociedad. El trabajo no es exclusivo del asalariado: también producen quienes emprenden, quienes arriesgan su capital, quienes generan empleo. Todos ellos contribuyen a la riqueza del paÃs. El producto interno bruto —ese indicador que nos mide como economÃa— es la suma de sus esfuerzos.
Costa Rica ha sido ejemplo de transformación. Pasamos de una economÃa agrÃcola en 1948, a una industrial en los años 60, y en los 90 nos integramos a los servicios gracias al auge tecnológico. Sin embargo, nuestra legislación laboral y nuestro aparato estatal no acompañaron esa evolución. Mientras el mundo cambió, nuestras normas y trámites se quedaron estancados en los años 50.
El Estado se volvió una trampa para quien quiere producir
Hoy abrir un pequeño negocio es un calvario. Lejos de facilitar, instituciones como la CCSS, el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Salud obstaculizan con papeleos innecesarios, criterios subjetivos y cargas que encarecen la producción.
Se habla de solidaridad estatal, pero ¿es solidario asfixiar al emprendedor con trámites, requisitos y multas?
Es cierto que se requieren normas mÃnimas para evitar abusos, pero esas reglas no pueden convertirse en obstáculos insalvables para generar empleo. Porque si nadie se atreve a dar trabajo, ¿de qué sirve toda esa legislación tan bien intencionada pero tan poco realista?
Ese emprendedor, que muchas veces empieza solo o con dos o tres colaboradores, puede ser el origen del bienestar de varias familias. Pero el Estado le impide crecer. Le cobra caro, lo vigila como sospechoso, lo obliga a invertir más tiempo en llenar formularios que en vender o innovar.
¿Qué hacer?
- Digitalizar los trámites: no para modernizar el papel, sino para eliminarlo. La digitalización reduce la discrecionalidad, elimina la corrupción y hace innecesario al funcionario que decide según su humor del dÃa.
- Aprovechar la inteligencia artificial, que ya está lista para automatizar procesos y facilitar la vida de quienes quieren producir.
- Copiar lo que funciona: en Nueva Zelanda se abre una empresa en horas. En Estonia, en minutos. ¿Por qué no adaptar esos modelos a nuestra realidad?
Basta de estudios, comisiones y diagnósticos.
La OCDE ya nos dijo dónde estamos y qué nos falta. Lo que hace falta es decisión. Porque el mundo no espera. Si no reformamos nuestro Estado, si no facilitamos la producción, si no entendemos que todos los que trabajan —asalariados, emprendedores, empresarios— son parte del mismo engranaje, Costa Rica se quedará atrás.
El trabajo es libertad, es creación, es progreso.
Hoy más que nunca debemos reivindicarlo en todas sus formas, sin prejuicios, sin ideologÃas que dividan a quienes deberÃan remar en la misma dirección.
Las opiniones expresadas en este artÃculo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera LÃnea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.
Historia
La Batalla de Rivas, 11 de abril de 1856

RESUMEN
La Batalla de Rivas, el 11 de abril de 1856, marcó un hito en la defensa de la soberanÃa costarricense contra William Walker. Liderados por Juan Rafael Mora Porras, los costarricenses enfrentaron una lucha sangrienta, destacando la acción heroica de Juan SantamarÃa. Hoy, esa valentÃa debe inspirar la defensa de nuestra democracia ante desafÃos como el autoritarismo y la corrupción.
Reflexionar sobre la batalla de Rivas es examinar el episodio más épico de la defensa de nuestra soberanÃa, particularmente contra los principios del Destino Manifiesto que practicaron los filibusteros de William Walker.
El presidente costarricense en este periodo histórico, Juan Rafael Mora Porras, comprendió que las victorias obtenidas en Santa Rosa (20 de marzo) y Sardinal (10 de abril) no eran suficientes. Era necesario penetrar en territorio nicaragüense para enfrentar y someter a Walker y sus filibusteros.
Don Juan Rafael fue sumamente cuidadoso con los movimientos del ejército en Nicaragua, advirtiendo a los pueblos y municipalidades que no se trataba de una invasión, sino de una acción para liberar al paÃs. Por ello, no fueron recibidos con hostilidad.
Si bien la batalla de Santa Rosa fue breve, la de Rivas resultó prolongada y sangrienta, según los historiadores Rafael Obregón LorÃa y Vladimir de la Cruz, pues los filibusteros estaban mejor preparados y conocÃan en detalle el territorio.
El conflicto se alargó más de lo previsto. El enfrentamiento comenzó alrededor de las 5:00 a. m., cuando los filibusteros, usando tácticas de división, difundieron partes falsos que hicieron que una fracción del ejército costarricense saliera de Rivas, tardando horas en regresar. Walker aprovechó para infligir graves daños. Fue hasta las 7:30 a. m. que el Estado Mayor costarricense y los militares Escalante y Salazar lograron reorganizarse.
El incendio que cambió el curso de la batalla
En las primeras horas y siguiendo instrucciones del coronel francés Pedro Barillier, un militar respetado por los costarricenses, el ejército nacional se enfocó en recuperar un cañón que le habÃa sido arrebatado por el enemigo. Esta decisión, sumada al inusitado y tempranero avance de los filibusteros, impidió que los nuestros se prepararan adecuadamente para la batalla, lo que provocó un gran desgaste en las filas nacionales.
La tozudez del militar francés generó un esfuerzo y muertes innecesarias en la tentativa por recobrar el cañón.
Además, como apuntan don Vladimir de la Cruz y don Rafael Obregón, la falta de descanso de las tropas costarricenses —que habÃan combatido el dÃa anterior en Sardinal—, junto con las noticias falsas difundidas por Walker sobre supuestas victorias en Santa Rosa y Sardinal, fueron factores que influyeron negativamente en el actuar inicial del ejército durante las primeras horas de la batalla de Rivas.
Hacia las 10:00 a. m., los costarricenses comprendieron que para ganar la batalla debÃan sacar a los filibusteros del Mesón de Guerra, casa de Francisco Guerra, ubicada estratégicamente y con cobertura en las cuatro direcciones. Allà se atrincheraban Walker y sus lugartenientes.
Al promediar el mediodÃa, Luis Pacheco Bertora intentó incendiar el mesón sin éxito; fue herido pero sobrevivió. Lo siguió JoaquÃn Rosales, nicaragüense aliado, quien sà logró prender fuego y complicarle la vida a los filibusteros para apagarlo pero murió en el intento. Finalmente, Juan SantamarÃa lo logró en el tercer intento y murió bajo los disparos enemigos.
Este acto marcó un punto de inflexión. Aunque la batalla se extendió hasta la madrugada del 12 de abril, para las 2:00 a. m., Walker se rindió y huyó. Los costarricenses confirmaron su retirada hasta las 7:00 a. m. El Estado Mayor decidió no perseguirlo hasta Granada debido al agotamiento de las tropas: muchos no habÃan comido en 24 horas. Se reorganizaron y enterraron a los muertos, estimando cerca de 600 fallecidos en ambos bandos.
La victoria, el cólera y la traición
Según el historiador Vladimir de la Cruz, Walker aplicando sus conocimientos en medicina envenenó varios pozos de Rivas, de los cuales después beberÃan los costarricenses, lo que provocó una epidemia de cólera entre los costarricenses al regresar al paÃs el 25 de abril. Cerca del 10 % de la población falleció a causa de esta epidemia.
Hasta ese momento, el peso de la lucha contra William Walker lo llevó por entero Costa Rica, pues en el resto de Centroamérica, aunque enterados, Guatemala, Honduras y El Salvador no habÃan intervenido.
Nuestro paÃs se integrarÃa nuevamente al conflicto —que para entonces ya era claramente centroamericano— en septiembre de 1856. Posteriormente, aunque los nacionales perdieron algunos enfrentamientos, incluso de tipo naval, lograron tomar la estratégica VÃa del Tránsito y, paulatinamente, la guerra se fue inclinando a favor de los aliados centroamericanos.
Walker y sus filibusteros fueron finalmente vencidos. Él fue apresado por un militar estadounidense que afirmaba fungir como árbitro, pero luego escapó y volvió a intentar retomar el control del istmo en varias ocasiones. No fue sino hasta que los militares ingleses lo detuvieron definitivamente en 1860 que su amenaza llegó a su fin: fue fusilado en Honduras.
Juan Mora Porras y su Estado Mayor regresaron a Costa Rica sin apropiarse de un solo centÃmetro de Nicaragua. No obstante, surgieron conflictos internos con una fracción de la oligarquÃa cafetalera, lo que culminó en el fusilamiento de Mora y Cañas en 1860.
En la década de 1860, hubo un intento de borrar las acciones de los Mora Porras y el general Cañas. Sin embargo, bajo el gobierno de Tomás Guardia (quien habÃa servido bajo ellos), sus figuras fueron reivindicadas, sobre todo entre 1870 y 1895. Aun asÃ, la historia oficial dio mayor protagonismo a Juan SantamarÃa, sin desmerecer a los demás.
Un legado vigente
En 2025, Costa Rica y el mundo enfrentan desafÃos complejos. El autoritarismo ha ganado espacio, alimentado por la polarización, la corrupción, el narcotráfico y la inseguridad. Se cuestiona nuestra institucionalidad, incluso aquella creada desde el nacimiento del Estado en 1821.
Hoy, como ayer, nos corresponde defender nuestra patria, tal como lo hicieron nuestros abuelos entre 1856 y 1857.
Las opiniones expresadas en este artÃculo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera LÃnea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.
Historia
La Batalla de Santa Rosa: Un hito de coraje y soberanÃa

RESUMEN
La Batalla de Santa Rosa fue el primer golpe contra los filibusteros de William Walker en 1856. En solo 15 minutos, el ejército costarricense los derrotó, demostrando su determinación y marcando el inicio de la lucha por la verdadera independencia del paÃs.
En tiempos donde los valores cÃvicos parecen diluirse y la posverdad amenaza con desplazar los hechos históricos, es imprescindible recordar momentos clave de nuestra historia. Uno de ellos es la Batalla de Santa Rosa, ocurrida el 20 de marzo de 1856, un evento que no solo marcó el destino de Costa Rica, sino que demostró la determinación de un pueblo dispuesto a defender su soberanÃa.
Un contexto de lucha y definición nacional
Costa Rica declaró su independencia en 1821 y, en las décadas siguientes, el paÃs atravesó conflictos internos que definieron su identidad. Durante este perÃodo, hubo dos guerras civiles impulsadas por localismos y disputas de poder. Fue en 1848 cuando el Dr. José MarÃa Castro Madriz proclamó a Costa Rica como una república libre y soberana.
Sin embargo, la posición estratégica del paÃs en Centroamérica lo colocó en la mira de potencias extranjeras y de grupos expansionistas estadounidenses. Desde el siglo XIX, la región del istmo centroamericano habÃa cobrado una enorme importancia geopolÃtica, debido a los planes de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia de construir un canal interoceánico.
La firma del Tratado Clayton-Bulwer en 1850 entre Estados Unidos y Gran Bretaña puso fin a sus disputas en la región, pero mantuvo a Nicaragua y Costa Rica como meros espectadores en el juego de las grandes potencias.
Mientras tanto, la ideologÃa del Destino Manifiesto ganaba fuerza en Estados Unidos. Desde su independencia en 1776, los estadounidenses se consideraban predestinados a expandirse por el continente. Este concepto se consolidó con la anexión de territorios como Florida y Luisiana, y alcanzó su punto más agresivo con la intervención en el norte de México, que comenzó a gestarse en la década de 1830 y desembocó en la guerra entre ambos paÃses entre 1846 y 1848.
Como resultado, México perdió más de la mitad de su territorio. En este contexto, surgieron los filibusteros, mercenarios estadounidenses que buscaban anexar territorios para la causa esclavista sureña.
William Walker y la amenaza filibustera
Uno de los más destacados filibusteros fue William Walker, un sureño de Tennessee que, tras fracasar en su intento de apoderarse del estado mexicano de Sonora, volvió su atención hacia Centroamérica.
En 1855, fue invitado por un bando en la disputa interna entre las ciudades de Granada y León en Nicaragua, y tras una serie de maniobras hábiles, logró apoderarse del paÃs. Walker, respaldado por sus mercenarios y con un claro objetivo de expansión, declaró a Nicaragua un Estado esclavista y fijó su mirada en Costa Rica, a la que consideraba la más débil de las naciones centroamericanas.
El presidente costarricense Juan Rafael Mora Porras, advertido por su embajador en Estados Unidos, Luis Molina Bedoya, comprendió la gravedad de la situación. Desde el inicio de su administración, Mora habÃa trabajado en el fortalecimiento del ejército, el cual alcanzó en marzo de 1856 un contingente de aproximadamente 9.000 hombres, es decir, cerca del 10% de la población total del paÃs. Para lograrlo, contó con la ayuda de instructores prusianos, franceses y polacos, y obtuvo armamento de tecnologÃa británica.
Ante la inminente amenaza filibustera, Mora emitió dos proclamas entre noviembre de 1855 y febrero de 1856, llamando a los costarricenses a defender su soberanÃa.
La movilización incluyó el apoyo del clero, con figuras como el capellán Francisco Calvo, y la organización de batallones en diferentes regiones del paÃs. Mientras los hombres partÃan a la guerra, las mujeres asumÃan las responsabilidades económicas y productivas, mostrando que la defensa del paÃs fue un esfuerzo colectivo.
Santa Rosa: el primer golpe contra los filibusteros
El 20 de marzo de 1856, en la Hacienda Santa Rosa, Guanacaste, se dio el primer enfrentamiento entre los filibusteros y el ejército costarricense. La posición de la hacienda resultó clave: los nacionales conocÃan bien el terreno y lograron sorprender a los invasores.
En menos de 15 minutos, las tropas costarricenses lograron una victoria contundente, causando 19 bajas en las filas enemigas y obligando a huir al lugarteniente de Walker, Luis Schlessinger.
El presidente Mora aprovechó la ventaja psicológica de la victoria y decidió avanzar hacia Nicaragua. Su objetivo nunca fue ocupar el paÃs vecino, sino erradicar la amenaza filibustera y restaurar la estabilidad en Centroamérica. La campaña costarricense se convirtió en un esfuerzo de cooperación con el resto de la región, consolidando el liderazgo de Costa Rica en la lucha contra Walker.
Una verdadera independencia ganada con sangre
Historiadores como Rafael Obregón LorÃa y Vladimir de la Cruz han señalado que la campaña de 1856-1857 marcó la verdadera independencia de Costa Rica. A diferencia de la independencia de 1821, obtenida sin conflicto militar, la lucha contra los filibusteros implicó un alto costo humano y demostró el compromiso del pueblo costarricense con su libertad.
La Batalla de Santa Rosa no solo fue una victoria militar, sino un acto de reafirmación nacional.
Costa Rica demostró que podÃa defender su soberanÃa y que no permitirÃa ser sometida por intereses extranjeros. En un momento donde la historia pareciera perder relevancia, vale la pena recordar a los héroes que, con su sangre, escribieron una de las páginas más gloriosas de nuestra historia.
Las opiniones expresadas en este artÃculo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera LÃnea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.
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