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Opinión

Cárcel por pensar diferente

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Tiempo de lectura: 3 min

RESUMEN

En una era donde la tecnología dispara las posibilidades de acceder a la información, también se multiplican los esfuerzos por controlar ese acceso y su contenido. Encontramos varios ejemplos actuales, que además muestran formas diferentes de ejercer dicha censura, con finalidades en apariencia distintas.

El nivel máximo de control que alguien puede ejercer sobre otra persona, es controlar lo que piensa y  dice. La información le permite a los seres vivos diferenciarse de la materia inorgánica.  Esta es una característica fundamental de estar vivo, de ser humanos, ya que la información nos permite influir en el mundo, sacar provecho del paso del tiempo y controlar nuestro destino. Por esa misma razón, a algunas personas les asusta el libre flujo de ella.

La información por otro lado, es la herramienta más poderosa para quien busca ejercer control sobre otro. Ya sea las diversas religiones del mundo censurando ideas a través de la historia, o los gobiernos autoritarios evitando que las personas cuestionen su control. Más recientemente, se ve el poder digital de censura que se basa en grupos de presión; el famoso efecto de “cancelación”.

Uno pensaría que los humanos ilustrados modernos ya habrían aprendido la importancia de defender la capacidad de expresarse libremente. Deberían saber que discernir es fundamental para el progreso y que pensar diferente no debería ser castigado y que por el contrario, se debería motivar a que las ideas se cuestionen, discutan, mejoren o contradigan abiertamente. En definitiva, la importancia de tener libertad de expresión.

Este año estamos viendo cómo la censura sigue siendo algo vigente y poderoso que influye en la vida de las personas.

Venezuela 

La dictadura venezolana busca dar la estocada final a las libertades de su pueblo imponiendo hasta cárcel a quienes, bajo su propio criterio, atenten sobre lo que ellos creen es “bueno” para “el pueblo”. Su “Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares” les permitirá deshacerse de opositores, desde políticos hasta periodistas. Bajo amenaza de cárcel, quien sea lo suficientemente valiente para expresarse contra el chavismo, no lograría mucho impacto, ya que rápidamente sería acallado.

Brasil

Por otro lado, Brasil se une a Turquía y a la India en demandar que una red social deba bajar publicaciones en redes sociales que ellos mismos consideren de alguna manera inapropiadas.

X (Twitter) está retando esa situación, al punto que el gobierno de Lula da Silva podría quitar el acceso hacia la red social en todo su territorio. Su gobierno busca a través de sus movimientos recientes, controlar qué se dice en medios, incluidas las redes sociales.

Escocia 

Otro sabor de censura es del tipo que Escocia busca con su aprobada ley “Hate Crime and Public Order” que según las mejores interpretaciones, busca proteger a ciertos grupos minoritarios de mensajes que les insulten o dañen de alguna manera (por el momento, esos grupos no incluyen a las mujeres). 

Cada reporte, aunque no termine causando la condena de quien se acuse, se llevará en un “registro”, cual control de puntos. El problema de este tipo de leyes que parecen llenas de buenas intenciones, es que la definición sobre la cuál se podría encarcelar a alguien hasta siete años, queda en buena instancia a discreción de las autoridades.

¿Serán realmente efectivas las medidas de ese tipo? ¿Eliminarán el odio y sus expresiones? ¿O sólo harán que esas ideas vayan a ámbitos menos públicos donde las cámaras de eco las amplificarán y radicalizarán más? Se podría pensar que la mejor manera de luchar contra las malas ideas es permitir que se expongan públicamente y así recibir la oposición que merecen, no que se oculten y nutran en las sombras.

Costa Rica

Nuestro país debe aprender por cabeza ajena. La censura es la herramienta del tirano, del que busca poder y control sobre el otro, de intimidarle inclusive a pensar diferente. En otras manos es un arma de doble filo para quienes con las mejores intenciones, pueden terminar dañando a quienes dicen defender. En ninguna instancia deberíamos permitirla. Tanto la izquierda como la derecha, deben tener una posición firme en contra de esta ancla al progreso humano.

Si usted en alguna instancia soporta la censura de algún tipo, sólo pregúntese: ¿lo haría igualmente si quien define qué se debe censurar piense diametralmente distinto a usted?

Si la libertad significa algo, es el derecho de decir a la gente lo que no quieren oír.”

George Orwell

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Fundador de Primera Línea. Ingeniero empírico, emprendedor e inversor ángel. Actualmente labora como Director de Ingeniería de una de las compañías de datos financieros de mayor crecimiento en el mundo.

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Opinión

El Valor de la Libertad: Una Batalla que No Podemos Perder

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Tiempo de lectura: 4 min

RESUMEN

No debemos ignorarlo: la hegemonía cultural de la izquierda ha moldeado la percepción del liberalismo en Costa Rica, especialmente entre los jóvenes. Por eso, es fundamental defender las ideas de la libertad desde la educación y apoyar a quienes también luchan por promoverla.

Hace unos días, tuve el honor de ser invitado por los jóvenes de la organización Estudiantes por la Libertad en Latinoamérica, específicamente por su capítulo en Costa Rica, a un encuentro donde discutimos a fondo el futuro del liberalismo en nuestro país. Abordamos la percepción que los costarricenses tienen de esta corriente ideológica y reflexionamos sobre cómo quienes nos identificamos como liberales, sin importar las diferencias dentro del movimiento, podemos difundir y defender los tres pilares fundamentales: vida, libertad y propiedad.

En un país abrumadoramente estatista, como lo demuestran los más recientes informes del Estado de la Nación, es evidente que los liberales enfrentamos serias dificultades para tener una incidencia real en la política pública. Esta realidad quedó clara en mi último artículo, donde critiqué el apego irracional de muchos costarricenses a las instituciones, en lugar de enfocarse en políticas públicas que realmente mejoren su calidad de vida.

Las reacciones a ese artículo, que les invito a leer, reforzaron una conclusión contundente: la izquierda ha sido mucho más efectiva que nosotros en comunicar sus ideas, especialmente entre la juventud.

Admito con cierta vergüenza que, en mi juventud, incluso yo me consideré por un tiempo socialdemócrata. Sin embargo, al madurar, mi perspectiva cambió. Pero, ¿qué es lo que hace que este mensaje social-confuso tenga tanto impacto entre los jóvenes? ¿Cómo es posible que estos mismos jóvenes no se den cuenta de que las políticas de centro-izquierda e izquierda en Costa Rica lo único que han desarrollado es una narrativa de protección social que, en la realidad, es: protección para los amigos de los políticos tradicionales?

La hegemonía cultural y su impacto

Para responder a esta pregunta, debemos remontarnos a Antonio Gramsci, el filósofo y teórico político italiano que desarrolló la teoría de la hegemonía cultural. Gramsci sostuvo que, más allá de la lucha de clases directa propuesta por Karl Marx, el control ideológico y cultural es esencial para mantener el poder de la clase dominante. En su visión, las instituciones educativas, los medios de comunicación y otras entidades culturales juegan un papel crucial en perpetuar el statu quo, al difundir la ideología dominante y generar consenso entre las masas.

Gramsci sugirió la guerra de posiciones como estrategia para desafiar la hegemonía burguesa, enfocándose en la creación de una contracultura que minara las bases ideológicas del sistema capitalista desde dentro. Esta estrategia ha resultado especialmente eficaz para adoctrinar a las nuevas generaciones, permitiendo que las ideas de izquierda se infiltren gradualmente en la sociedad a través de la cultura y la educación. El impacto de esta estrategia es evidente en nuestras universidades públicas, donde la teoría de la hegemonía cultural ha sido promovida por organizaciones estudiantiles, partidos políticos y medios como el Semanario Universidad.

Lejos de ser una crítica, esto es un reconocimiento. La izquierda latinoamericana ha sabido utilizar el sistema, financiado por todos nosotros, para moldear las mentes de nuestros ciudadanos con sus posturas ideológicas. En contraste, las corrientes de centro-derecha y derecha han quedado en deuda con sus bases. Muchos de nosotros, que nos identificamos con estas corrientes, no gozamos del lujo de una posición en propiedad en alguna facultad de sociología de una universidad estatal (ni la quisiéramos). En la realidad de las cosas, nos toca trabajar y ser realmente productivos para la sociedad.

A pesar de los intentos de la izquierda por desacreditar el capitalismo, la realidad es que este sistema, con su libre mercado, ha sacado de la pobreza a miles de millones de personas en todo el mundo. 

Mientras el socialismo ha fracasado en todos los países donde se ha implementado, el capitalismo sigue siendo el sistema dominante en las naciones más desarrolladas. No es perfecto, pero es la mejor idea que como sociedad hemos alcanzado para organizarnos.

Los datos son irrefutables. En todas las métricas, los sistemas de libre mercado superan ampliamente a las economías centralizadas y planificadas. Ante esta realidad, las izquierdas, especialmente en América Latina, han recurrido a la política identitaria para avanzar sus agendas económicas. Aunque estas agendas muchas veces no guardan relación con los colectivos que dicen representar, han logrado posicionarse como defensores de una amplia gama de movimientos, desde la agenda LGBTQ+ hasta la ambiental

Sin embargo, en su afán de proteger colectivos, olvidan que el “colectivo” más pequeño e importante es el individuo, y que su capacidad de autodeterminación debe ser protegida a toda costa.

Un llamado a defender la libertad

Es por esta razón que quienes creemos en los principios de la libertad, el libre mercado, la competencia y un Estado pequeño, pero eficiente, debemos aprender de la izquierda y dar nuestra batalla desde temprano, comenzando con la educación de nuestros hijos. Debemos exigir amplitud de cátedra en las universidades que todos pagamos, y utilizar nuestros recursos para difundir las ideas del libre mercado y la libertad.

Primera Línea Costa Rica, el medio en el que me leen, está realizando una labor invaluable, pero no es una tarea fácil ni gratuita. Requiere mucho esfuerzo, el trabajo de muchas personas y recursos significativos. A mis amigos empresarios, a los profesionales y demás defensores del libre mercado, les hago un llamado: apoyen este medio. Hay muchas formas de colaborar, pero en este momento la más valiosa es con recursos.

No escribo estas líneas para beneficio personal (mi pensamiento lo difundo de forma gratuita), ni el medio me lo ha solicitado. Lo hago con la convicción de que solo a través de la educación podemos enfrentar en un debate de altura a quienes venden dogma y no ideas.

Mi lema es y siempre será: “Vivir en libertad, hagámoslo realidad”.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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Opinión

Lanzamiento Nueva Columna: Aequitas

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RESUMEN

Desde Primera Línea celebramos a los nuevos autores que se incorporan a nuestro equipo. Aequitas, la nueva columna mensual de Víctor Umaña, explora cómo el comercio, la inversión y las políticas públicas, fundamentadas en la equidad y la evidencia, pueden impulsar un desarrollo económico inclusivo y sostenible para todos los sectores del país.

En un momento crucial para nuestro país, donde las disparidades económicas y sociales amenazan con profundizar las brechas existentes, nace Aequitas, un nuevo espacio digital liderado por Víctor Umaña, un economista respetado por su rigor analítico y compromiso con la equidad y el desarrollo balanceado. Este proyecto se centra en los principios de igualdad de oportunidades y equilibrio, dos conceptos que la historia ha demostrado como fundamentales para el bienestar colectivo y el progreso sostenible.

Aequitas no es solo un nombre simbólico, es un recordatorio de que el crecimiento económico debe ser inclusivo y justo.

Desde la antigua Roma, Aequitas representaba la balanza entre el derecho y la prosperidad, una metáfora que hoy cobra nueva vida en un contexto de comercio global y políticas públicas basadas en evidencia. Umaña busca resaltar la importancia de crear condiciones económicas que no solo beneficien a las ciudades, sino que también promuevan el desarrollo en las áreas rurales del país.

Este espacio abordará temas cruciales como el comercio y la inversión, elementos que, si se gestionan con inteligencia, pueden ser motores de desarrollo para todo el país, no solo para unos pocos. Umaña nos invita a reflexionar sobre cómo las políticas públicas pueden ser herramientas poderosas cuando están sustentadas en datos confiables y diseñadas pensando en el bienestar común. Además, explorará cómo la innovación y la tecnología pueden jugar un papel clave en transformar sectores productivos y crear oportunidades reales para todos.

En Aequitas, la igualdad de oportunidades no es solo un ideal, sino una meta concreta que debe alcanzarse a través de decisiones informadas y bien fundamentadas. A través de este espacio, Víctor Umaña contribuirá al debate sobre el desarrollo económico con una visión que combina el rigor académico con una fuerte convicción de promover medidas económicas que fomenten el progreso para todos. Este nuevo foro será una plataforma para propuestas que aboguen por una economía más competitiva, inclusiva y sostenible, y una invitación abierta a quienes quieran formar parte de esta conversación urgente y necesaria.

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Opinión

La ofensiva contra la libertad de expresión

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Tiempo de lectura: 4 min

RESUMEN

La libertad de expresión está bajo ataque en Occidente. Canadá, Australia, Brasil, Escocia, Reino Unido, etc. Debemos comprender cuál es el camino al que lleva perder ese derecho y no permitir que el fin justifique cualquier medio.

Publicado originalmente en Delfino.cr

Recientemente parece que cada semana aparece un nuevo ataque a la libertad de expresión. Ya no sólo de los típicos gobiernos autoritarios como Venezuela, China, Irán, Arabia Saudita, y demás. En estos años, se suman cada vez más gobiernos con valores occidentales al ataque.

Por ejemplo, Canadá ha comenzado a ejercer un control más estricto sobre lo que considera contenido no adecuado en medios digitales, a través de leyes como el “Bill C-10” o el “Bill-36” y sus permutaciones. Además, ha utilizado herramientas como el congelamiento de cuentas bancarias de manifestantes para dispersar protestas.

Australia también ha intentado imponer la censura de contenido digital, pero a nivel global. Mientras que en Brasil, tanto bajo el gobierno de Jair Bolsonaro como el de Lula da Silva, se ha intensificado la censura de contenido que las autoridades consideran inapropiado.

Por otro lado, en Escocia, la ley “Hate Crime and Public Order” provocó una gran controversia en redes sociales hace unos meses, especialmente debido a su conexión con el debate en torno a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter.

Pero el principal caso que deseo recopilar aquí es el del Reino Unido y su reciente declive con la libertad de expresión.

El Reino Unido protege el derecho de expresión mientras que no haya una ley en particular que lo prohíba. Es decir, al añadir leyes o crear precedentes judiciales, pueden limitar cada vez más la libertad de expresión. En resumen, no existe un derecho constitucional que lo respalde.

Bajo la premisa de que el fin justifica los medios, con el “Online Safety Act” el Reino Unido quiere llevar a que las plataformas digitales como Facebook, Signal, X y otros, violenten la privacidad y seguridad de los datos de sus usuarios con el fin de observar todo lo que hacen y así forzarlas a cumplir con sus requisitos de censura en línea (si es que estas empresas no se van antes del país).

Hay que ser claros, buscan que se auditen y censuren no solo las publicaciones, sino también los mensajes privados encriptados.

Estos incentivos a la censura van a llevar a que las plataformas digitales sean extremadamente cautelosas sobre qué se permite comunicar a través de ellas. Debemos entender que en lo que respecta a este tipo de contenido, hay muchas líneas grises y ambigüedad. Junto con la libertad de expresión, el Reino Unido eliminaría cualquier derecho a la privacidad que tienen hoy en día las personas.

Coincidentemente, en medio de los disturbios de las semanas pasadas, el gobierno del Reino Unido empieza a tratar de posicionar a las redes sociales como las culpables de los constantes conflictos en su sociedad.

En esta misma línea, el Reino Unido con su “Defending Democracy Policing Protocol” (Protocolo de Vigilancia Policial para la Defensa de la Democracia) está buscando reprimir manifestantes y su derecho de expresión, catalogándolos como extremistas, bajo sus propios criterios. Así es como se callan voces disidentes.

Del lado de la Unión Europea, algunas de sus figuras prominentes como Thierry Brenton, comisario del Mercado Interior, “amenaza” a Elon Musk previo a su conversación en línea con el ex-presidente Donald Trump. Le “recuerda” apegarse a las regulaciones de la Unión Europea y evitar que durante su conversación con el ex-presidente Americano se dé una amplificación de contenido que ellos podrían considerar “dañina”. Según él, esta advertencia está conectada a los recientes conflictos en el Reino Unido.

El patrón es claro, tanto Canadá, como el Reino Unido y la Unión Europea utilizan la excusa de la “protección en línea” para atribuirse la potestad de decidir qué se puede decir o no en línea. Ellos, específicamente, son los árbitros de qué constituye lenguaje de odio.

De censurar un comentario que incite a la violencia, a censurar un comentario que critique una decisión política, solo hay una interpretación burocrática de distancia

No sólo se trata de los obvios problemas que implican las ambigüedades en el ámbito de la expresión. Sino, que a esto se le suma el problema de darle poder extra a gobiernos que hoy opinan algo y mañana otra cosa. 

“… la libertad de la pluma es la única salvaguarda de los derechos del pueblo.”– Immanuel Kant

Esta visión de justificar cualquier atropello a los derechos de las personas bajo lindas promesas y supuestos objetivos nobles puede llevar a la ciudadanía a una esquina de control gubernamental de la cual no será sencillo salir.

Al evitar caer en la ilegalidad y sus consecuencias, tanto las plataformas digitales como las personas van a llegar a autocensurarse, dando paso libre a las posiciones “oficiales” de los gobiernos, se esté a favor o no de ellas. Sean coherentes y sensatas o no. ¿No hemos aprendido nada de la historia?

Quienes creemos en los valores de la ilustración no debemos dejar de observar estas señales y situaciones con ojo crítico, y hasta donde podamos, mantener la discusión abierta en miras de reflexión en nuestro pequeño y verde país.

Un país como Costa Rica tiende a adoptar las tendencias internacionales y por esto, en lugar de adoptar la visión moderna de que “el fin justifica los medios” debemos comprender que la censura sólo lleva a socavar derechos y a potenciar las malas ideas.

Como país debemos tomar un camino distinto, y entender que a los discursos de odio se les combate con más expresión, no con censura. Debemos seguir una ruta bien pensada y no una superficial bajo supuestos fines nobles. El fin no debe justificar los medios cuando se trata de la libertad de expresión.

Aquellos que renunciarían a la libertad esencial, para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad” – Benjamin Franklin


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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