Política
El dedo en la llaga: insuficiente desarrollo económico y el retroceso social de Costa Rica
RESUMEN
El sector más dinámico de la economía de Costa Rica es el que representan las empresas de alta tecnología, mano de obra calificada y fuerte inversión extranjera, básicamente cubierto bajo el Régimen de Zonas Francas. El resto de la actividad económica, por fuera de ese régimen fiscal y donde se genera la mayor parte de la producción nacional, está marcado por el estancamiento, la informalidad y problemas que a futuro, afectarán las ventajas competitivas en las que se apoya la actividad de Zonas Francas.Si se ha mantenido atento al acontecer político de Costa Rica, se habrá dado cuenta que la última Encuesta del Consumidor de la Escuela de Estadística de la UCR indica que la población no está satisfecha con la política económica del Gobierno. Aunque el populismo pueda tocar fibras sensibles de los costarricenses mediante discursos revanchistas contra las élites económicas y políticas que por años le han fallado a la ciudadanía, no logra ocultar algo que a los ticos nos viene doliendo desde hace unos 15 años: el bolsillo. Desde la crisis de 2008, en el país se han ido deteriorando de forma acelerada las condiciones para ganarse la vida. El costo de producir está inevitablemente ligado a la necesidad de recursos del Estado para funcionar, así como a la calidad de los servicios que este suple.
Ese dolor no ha hecho más que empeorar. Desde antes de la Pandemia, Costa Rica contaba con cifras preocupantes en materia de empleo y formalidad. No en vano durante la presidencia de Carlos Alvarado se hicieron más anuncios de reactivación económica que conferencias de prensa de lo definido en el Consejo de Gobierno. La situación en Pandemia hizo más profunda y dramática esa herida. Hemos cambiado de administración, han cambiado los discursos y las prioridades. Pero nos sigue doliendo el bolsillo ¿por qué?
La respuesta es más sencilla de lo que cualquier economista podría argumentar: nadie ha querido poner el dedo en la llaga. Para entender esto hay que tener claro cómo funciona eso de formalizarse y qué significa. Básicamente si usted quiere poner un negocio tiene que hacer dos cosas esenciales: inscribirse en Hacienda y en la CCSS. Después, dependiendo de las particularidades de su actividad, habrá más o menos pasos, pero esos dos son los que cualquier mortal que quiera ejercer su actividad económica “en regla” debe cumplir.
Hablemos de Hacienda, y más que de Hacienda, de los impuestos y del sistema tributario. En Costa Rica existen, por así decirlo, dos realidades: aquella de las empresas/personas que desarrollan su actividad desde y para el mercado nacional, es decir el régimen definitivo; y los que la desarrollan acá pero su objetivo es la exportación. Este último sector tiene el famosísimo Régimen de Zonas Francas, que es uno de los regímenes existentes en la legislación aduanera al que se acogen empresas exportadoras.
El sistema tributario
Probablemente usted haya escuchado que el Régimen de Zonas Francas (RZF) genera empleo bien remunerado y es el principal motor de atracción de inversión extranjera directa. Si bien eso es completamente cierto, debemos tener claro de qué se trata. El RZF es el que utilizan las empresas, generalmente transnacionales, para producir bienes y servicios que posteriormente saldrán del país, ya sea para ser vendidas en el mercado o para seguir otros procesos productivos. Tal es el caso de los dispositivos médicos que se fabrican en el país y que son nuestro principal producto de exportación.
¿Cuál es el problema con este régimen? Hay quienes no consideran que tenga problema alguno, pero también hay otros que le ven grandes desventajas. El Régimen de Zonas Francas exonera del pago de algunos impuestos y brinda condiciones especiales a las empresas que se acogen a él. Aquellos que ven en esto un problema, entienden que son son empresas que no están aportando a las finanzas del Estado, al menos vía impuesto sobre la renta o utilidades. Otros obvian este tema, ya que bajo el régimen se atraen empresas que generan empleo y aportan a la seguridad social. Se tiene comprobado que bajo el RZF, por cada dólar que el país exonera a estas empresas, estas producen 6 dólares en retribución vía empleo y otro tipo de inversión en el país. Si usted es más “liberal” dirá que eso es positivo porque es empleo que no tendríamos sin esas condiciones, mientras que si usted es más “de izquierda” considerará eso injusto porque las compañías no contribuyen como sí lo hacen otras empresas fuera de ese régimen y que el país necesita recursos para invertir y desarrollarse.
Lo gracioso de todo esto es que en ambos casos hay algo de razón. Sin este régimen el país difícilmente podría generar tanto empleo calificado, generar exportaciones de alto valor agregado e ingresar divisas por esas actividades. Por otra parte, también es cierto que la carga del Estado no se reparte de forma equitativa, ya que las empresas que no se acogen a ese régimen cargan con todo el peso de la inversión y gasto público. Estas últimas son la mayoría de empresas (alrededor de un 90%), las cuales dedican su producción al mercado local total o parcialmente, y porque para aplicar al régimen de zona franca se debe realizar una inversión mínima bastante alta.
Más allá del amparo del Régimen de Zonas Francas, donde habitan el resto de los mortales, todo se rige bajo un sistema tributario complejo y confiscatorio. Cuando se analiza la carga tributaria de este país, muchas personas se quedan en los impuestos que gravan la renta pero existe una variedad enorme de cargas fiscales y parafiscales. En renta, con datos del 2018, Costa Rica tenía la tasa de impuesto corporativo más alta de la OCDE; actualmente se paga un 30% de impuesto a las utilidades y un 15% adicional en caso de que se distribuyan los dividendos. A esto se debe sumar que los empleadores pagaban en contribuciones a la seguridad social alrededor de un 26,33% de los ingresos brutos, cuando el promedio de la OCDE es alrededor de 27,2% en total. Al aporte de las empresas hay que sumarle un 9,34% por el empleado y el 0,82% por el gobierno. Esto se traduce en un 36,5% en el total de los aportes, lo que se traduce, según la OCDE, en un obstáculo para la formalización.
La seguridad social
La otra llaga recae en los procesos de inscripción ante la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Toda persona, física o jurídica, debe inscribirse ante esta institución para operar, ya sea como patrono o como trabajador independiente. Este proceso no está exento de complicaciones, tanto por los costos que representa como por la complejidad del sistema de seguridad social.
Por ejemplo, los cálculos realizados para determinar los montos de contribución social que deben realizar los patronos y trabajadores independientes se hacen con una base de cálculo incierta como lo es la Base Mínima Contributiva (BMC). La BMC es un monto mínimo establecido por la CCSS para el cálculo de los aportes de los patronos y trabajadores independientes. En primera instancia, un patrono o trabajador independiente debe reportar sus ingresos para dicho cálculo, no obstante, si el monto reportado es menor a la BMC, el cálculo se hará sobre el monto de la BMC definida por la CCSS.
Este tipo de procedimientos constituyen barreras perversas para la formalización, pues las personas que quedan excluidas son las que menores ingresos generan por su actividad económica. Esto va en contra de los propios intereses de la institución, ya que mediante el aporte de trabajadores y patronos se sostiene el modelo de seguridad social. La lógica de un modelo como este no debería ser la de ahuyentar a las personas, no obstante, esa es la norma. Actualmente, una persona que haya contraído una deuda con la institución por deudas por servicios médicos, no puede formalizar una actividad económica hasta cancelar dicha deuda. Y si una persona ha tenido actividad económica previo a la formalización ante la CCSS, esta puede realizar un estimado de las rentas no reportadas, por lo que la persona al registrarse, inicia su actividad económica formal con una deuda aunque no haya utilizado los servicios de la institución. En un país como Costa Rica donde la mitad de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad y, por ende, en caso de enfermedad debe acudir al sistema de salud sin contar con seguro médico, no tiene sentido penalizar a las personas con el impedimento de formalizar sus actividades económicas. Como agravante, esas deudas pueden permanecer vigentes hasta por diez años, lo que se traduce en que una persona durante una década quedará excluida de la seguridad social, la salud pública y los mercados formales.
Si nos adentramos en los problemas de la CCSS, evidentemente vamos a encontrar aspectos que suman a la problemática del desarrollo económico y social del país, pero lo hacen de forma indirecta. Por ejemplo, la ausencia de claridad en cuanto a los costos de atención a los usuarios por falta de una contabilidad de costos con criterios actuariales, genera incertidumbre sobre la situación financiera de la institución y eso, de una u otra forma, incide en los costos de la seguridad social. Otro ejemplo es la complejidad para que las personas usuarias hagan uso de los servicios; una atención médica deficiente obliga a las personas a recurrir a servicios privados e incurrir en costos extras.
Pérdida de competitividad
Lo complicado que es formalizarse se une a las falencias que tiene el país en materia de competitividad. Costa Rica, desde la década de 1990, optó por una agresiva estrategia de atracción de inversiones con un alto componente de valor agregado, aspecto que demanda mano de obra calificada y condiciones óptimas para el desarrollo de industrias de alta tecnología. Estas industrias, dada su alta generación de valor agregado y su demanda de mano de obra calificada, pueden afrontar los altos costos que supone el tema de las cargas sociales, debido a las bondades del régimen de zona franca. En contraposición, aquellas industrias dedicadas a la producción para el mercado local y demandantes de mano de obra poco calificada, se enfrentan al escenario del régimen definitivo.
El tema con esto es que no somos un país barato para las industrias de mano de obra poco calificada y no hemos hecho la tarea para que más personas puedan incorporarse a las industrias de alta tecnología. De hecho, el Estado de la Educación señala tantas deficiencias en nuestro sistema educativo que es totalmente realista pensar que la “gallina de los huevos de oro” que sostiene el crecimiento económico del país, pueda dejar de estar ahí debido a la falta de personal calificado y que demos retrocesos en la que fue una de las ventajas comparativas.
En términos generales, el país atraviesa un retroceso. En amplios sectores y temas, estamos peor que hace una década, lo cual constata el último Informe del Estado de la Nación. La situación fiscal también resta competitividad al país, pues no sólo se reducen los recursos destinados a inversión social e infraestructura, sino que los mecanismos de inversión en estos rubros son deficientes y no se toman medidas para que lo invertido rinda frutos. Esta situación sólo empeora si se le reducen los recursos. En términos sencillos, a un carro viejo se le está quitando combustible.
Formalizar la economía: primer paso para ver la luz
Para poder salir de este pozo en el que se encuentra el país, es trascendental formalizar a la fuerza laboral. Esto no es posible mediante un enfoque amenazante, sino que es necesario que la Junta Directiva de la CCSS entienda que la institución urge de atraer a las personas y mejorar las condiciones para la inscripción de trabajadores independientes y patronos. El Poder Ejecutivo tiene influencia en ese tema, ya que tiene tres representantes en la Junta Directiva y nombra a la Presidencia Ejecutiva. ¿Qué espera para gestionar acciones en esa dirección?
Por otro lado, el país necesita tener discusiones de altura sobre el modelo tributario de Costa Rica. Somos un país dependiente de la inversión extranjera y es necesario generar políticas públicas para fortalecer los incentivos competitivos para su atracción, pero es evidente que del otro lado de la ecuación es necesario tomar decisiones para aliviar las condiciones de la economía local. Para reducir la carga fiscal a este sector, es necesario optimizar el gasto público y lograr una reducción que responda a eficiencia y no a recortes sin meditación, que terminan impactando negativamente en la sociedad y agravando el retroceso social. En la Asamblea Legislativa se discuten proyectos sobre la estructura del impuesto de renta, la territorialidad de este, así como reformas en el Código de Normas y Procedimientos Tributarios para tratar temas como la prescripción de deudas. No obstante, conviene tener una discusión amplia sobre el futuro del modelo de Zona Franca y estandarizar el sistema tributario, manteniendo atractivo al país para la inversión extranjera y la inversión local.
Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.
Política
Competitividad: Entre el Estancamiento y la Oportunidad de Avanzar
RESUMEN
Costa Rica enfrenta desafíos clave en educación, seguridad, empleo e infraestructura, pero también cuenta con avances en conectividad y formación técnica. Aprovechar estas oportunidades requiere reformas estratégicas para reducir desigualdades y potenciar su desarrollo.Según el Cuarto Informe Nacional de Competitividad (ICN 2024), elaborado por el Consejo para la Promoción de la Competitividad, la situación de Costa Rica es crítica. Hoy en ALA LIBERAL abordaré, de manera general, las principales conclusiones de este informe.
En primer lugar, los datos reflejan un estancamiento preocupante. El promedio nacional de competitividad se mantiene en una nota de aplazamiento: 55.7 en una escala de 0 a 100.
Esto evidencia que queda mucho por hacer para construir un entorno que le permita a las personas y empresas alcanzar su máximo potencial. Más inquietante aún es que este índice muestra una tendencia plana desde 2020, lo que debería encender todas las alarmas en los sectores público y privado.
Sin embargo, esta situación crítica también representa una oportunidad única. Al identificar los factores que inciden positiva y negativamente en nuestra competitividad, podemos implementar acciones concretas para fomentar un desarrollo más equitativo y sostenible.
Lo positivo: Avances que merecen destacarse
El informe identifica logros en áreas clave:
- Escolaridad media: Aunque solo el 30% de los adultos ha completado la secundaria, la cifra creció más de un punto porcentual en más de la mitad de los cantones. Este incremento es alentador, aunque insuficiente, y refleja el impacto de programas educativos enfocados en reducir la deserción escolar.
- Acceso a tecnología en educación: La mayoría de los centros educativos alcanzaron el nivel mínimo de ancho de banda necesario para el aprendizaje digital, fortaleciendo la infraestructura educativa y brindando herramientas modernas a estudiantes.
- Fortalecimiento de habilidades técnicas: El incremento en los graduados de educación técnica profesional responde a la demanda de habilidades prácticas en el mercado laboral y dinamiza los mercados locales.
- Redes de datos móviles: La calidad del internet móvil sigue avanzando, reduciendo la brecha digital en diversas regiones del país.
Estos avances constituyen una base sólida, pero no deben generar complacencia. Cada logro debe ser el punto de partida hacia metas más ambiciosas que impulsen la calidad de vida y la productividad.
Lo negativo: Factores que impiden alcanzar nuestro potencial
A pesar de los avances, persisten barreras significativas, especialmente fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM). Estos son los principales desafíos:
- Deficiencias en competencias básicas: Solo el 66% de los estudiantes alcanza un nivel intermedio o avanzado en pruebas estandarizadas, lo que evidencia una crisis educativa con implicaciones económicas a largo plazo.
- Inseguridad ciudadana: San José es el cantón más inseguro de la GAM, con una tasa de seguridad de apenas 42.7 puntos. En las regiones costeras, cantones como Garabito y Quepos enfrentan índices alarmantes de criminalidad, lo que afecta tanto la calidad de vida como la atracción de inversiones.
- Desigualdad Territorial: Las costas y fronteras, tema que he tocado al menos en una columna anterior, están quedando rezagadas, con niveles de competitividad muy por debajo de la GAM. Esto refleja una distribución desigual de recursos e inversiones, perpetuando ciclos de pobreza y exclusión en estas regiones.
- Reducción de Empleos Permanentes: Según el Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (SINIRUBE), el empleo estable cayó de 2 millones a 1.7 millones, con un aumento de trabajos temporales y precarios. Este es un síntoma claro de una economía que no está generando suficientes oportunidades sostenibles, y en la que el sistema de Seguridad Social solo promueve la informalidad.
- Deficiencias en Infraestructura: El incremento en los tiempos de traslado y las frecuentes presas en carreteras subrayan el deterioro de la conectividad vial. Este factor afecta la productividad, eleva costos y frena la competitividad.
Líderes y rezagados: Una radiografía territorial
Los resultados del ICN 2024 confirman que la competitividad sigue siendo profundamente desigual entre regiones y cantones.
Los mejores indicadores se concentran en los cantones de la Gran Área Metropolitana (GAM). Encabezan la lista Belén, Heredia, Montes de Oca y Cartago, aunque incluso estos cantones no superan los 70 puntos en la escala de competitividad, dicho de otra forma, los mejores cantones en desempeño no pasan. Belén destaca con 69.9 puntos, gracias a su infraestructura desarrollada y adopción tecnológica. Heredia y Montes de Oca sobresalen por su dinamismo económico y calidad educativa.
Sin embargo, de los 21 cantones más competitivos, solo tres se encuentran fuera de la GAM: Grecia, Palmares y San Carlos. Este es un recordatorio de que el potencial productivo fuera del Valle Central aún está subaprovechado.
En contraste, los rezagados se concentran en las costas y las fronteras. Cantones como Talamanca, Nandayure, y San Mateo se encuentran en las posiciones más bajas del índice, afectados por altos índices de inseguridad, acceso limitado a servicios básicos y una infraestructura deficiente. La situación en cantones como San Mateo es especialmente preocupante: este experimentó la mayor caída en competitividad (-6.4 puntos) debido a una fuerte disminución en la esperanza de vida y la calidad de los servicios de salud.
Estos resultados revelan que, mientras unos pocos cantones avanzan en tecnología e infraestructura, otros continúan atrapados en ciclos de rezago social y económico.
Transformando retos en oportunidades
Abordar estos desafíos requiere una visión estratégica y decisiones audaces. A continuación, propongo algunas acciones concretas que, desde mi perspectiva, podrían marcar una diferencia:
- Reforma Educativa Integral: Costa Rica necesita una hoja de ruta para la educación que trascienda administraciones. Esto incluye modernizar los currículos escolares, invertir en formación docente, hacer evaluaciones periódicas y garantizar que todos los estudiantes reciban una educación integral que los prepare para los retos del siglo XXI.
- Seguridad Ciudadana como Prioridad Nacional: La inseguridad debe ser enfrentada con políticas públicas basadas en datos, que combinen estrategias preventivas y represivas. No según el parecer de los sectores, sino con datos señores, datos. Es necesario fortalecer las capacidades de las municipalidades y promover programas de integración social en las comunidades más afectadas.
- Desarrollo Regional Equitativo: Es urgente implementar incentivos fiscales y programas de inversión pública para fomentar el desarrollo económico en las costas y fronteras. Esto no solo reducirá desigualdades, sino que también liberará el potencial productivo de estas regiones.
- Promoción de Empleo Formal: Las políticas laborales deben enfocarse en fomentar la estabilidad y la formalización del empleo, apoyando a las pequeñas y medianas empresas con capacitación, financiamiento y acceso a mercados. A muchos les dará un faracho, pero sin importar tamaño de empresa o de operación de trabajador independiente las cargas de la seguridad social deben disminuirse con miras a aumentar la formalidad. Solo en el sector de trabajadores independientes hay un porcentaje enorme de personas, cercano a la mitad, que no están inscritos en la CCSS.
- Infraestructura Estratégica: Es indispensable priorizar proyectos de infraestructura que impacten directamente la competitividad, como la modernización de carreteras, los trabajos de renovación en nuestros puertos, la mejora del transporte público y la expansión de redes de internet de alta velocidad (5G para mañana, por favor).
Hacia una Costa Rica más competitiva
La competitividad no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la calidad de vida de la población. Cada punto del informe ICN 2024 debe ser visto como una oportunidad para reflexionar y actuar. El estancamiento en el que estamos inmersos no es irreversible, pero requiere que abandonemos la complacencia y asumamos con seriedad los cambios necesarios.
Desde esta columna, invito a los tomadores de decisiones, al sector privado y a la ciudadanía en general a que se involucren activamente en este proceso. Solo trabajando juntos podremos construir una Costa Rica más justa, equitativa y competitiva.
El momento de actuar es ahora.
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Política
Modernización del régimen de condominios: Un paso urgente
RESUMEN
El proyecto de ley 24,640 propone modernizar la gestión de los condominios en Costa Rica, agilizando la toma de decisiones, mejorando la gobernanza y eliminando ambigüedades legales. La iniciativa busca fomentar los condominios de interés social, facilitar asambleas virtuales y otorgar personalidad jurídica a estas comunidades, promoviendo así un entorno más eficiente y adaptado a las necesidades actuales de vivienda urbana.El régimen de propiedad en condominio en Costa Rica ha evolucionado significativamente desde su establecimiento en 1966, convirtiéndose en un pilar esencial para el desarrollo urbano y la vivienda. Sin embargo, como todo sistema que crece y se adapta, enfrenta desafíos que requieren soluciones contemporáneas. La diputada Daniela Rojas y otros diputados acaban de presentar el proyecto de ley 24,640 que busca abordar de manera integral las limitaciones del marco normativo vigente, fortaleciendo la gobernanza de los condominios y adaptándolos a las necesidades actuales.
Este es un proyecto que en mi opinión podría avanzar en estas sesiones extraordinarias dado que, entre los diversos actores que se ven sujetos a esta normativa, hay un consenso generalizado por mejorar la gobernanza y modernizar aspectos claves de esta ley.
La regulación vigente, aunque funcional en su momento, no refleja plenamente las realidades actuales de la vida en condominio ni su evolución.
El régimen se encuentra en una encrucijada, con problemas que amenazan su efectividad, desde obstáculos en la gobernanza hasta limitaciones en la representación y toma de decisiones en las asambleas de condóminos.
Fortalecimiento de la Gobernabilidad
Uno de los problemas más evidentes es la dificultad para alcanzar el quórum necesario en las asambleas de condóminos, debido a la baja participación de los propietarios. Esta situación genera parálisis en la toma de decisiones y obstaculiza mejoras o ajustes necesarios para una adecuada administración. En muchos casos, la falta de quórum permite que minorías desinteresadas bloqueen avances importantes, afectando negativamente a la comunidad.
El proyecto de ley propone cambios esenciales para mejorar la gobernanza de los condominios, incluyendo ajustes que permitirán a las administraciones y asambleas tomar decisiones de manera más ágil y efectiva. Por ejemplo, modifica los requisitos de votación, permitiendo que ciertas decisiones se tomen con el consenso de dos tercios de los votos en lugar de requerir unanimidad. Esto reduce la posibilidad de que decisiones importantes se vean truncadas por la inasistencia o desinterés de algunos condóminos, promoviendo mayor participación y compromiso.
Claridad Jurídica y Resolución de Ambigüedades
El sistema vigente también enfrenta desafíos debido a la falta de claridad en ciertas disposiciones legales, como las interpretaciones diversas y contradictorias de la reforma del artículo 27 introducida en 2022. Esta ambigüedad ha generado confusión, especialmente en cuanto a la retroactividad de la normativa, manteniendo a muchos condominios en una situación de incertidumbre.
El proyecto de ley establece un enfoque claro y uniforme, garantizando que las modificaciones se apliquen de forma consistente a todos los condominios, independientemente de su fecha de creación.
Esto resolverá las ambigüedades jurídicas y ofrecerá un marco más estable y confiable para la administración de los condominios. En un contexto donde la seguridad jurídica es vital para la confianza de los propietarios, esta disposición aporta tranquilidad y facilita el desarrollo de proyectos en condominio bajo un marco regulatorio previsible.
Fomento a los Condominios de Interés Social
Los condominios de interés social se han convertido en una respuesta eficiente ante la creciente demanda de vivienda y la limitada disponibilidad de terrenos en zonas urbanas. Este modelo ofrece una alternativa viable para que familias de bajos ingresos accedan a una vivienda digna, aprovechando de manera óptima el espacio y promoviendo la cohesión social en comunidades densamente pobladas.
El proyecto de ley busca incentivar este tipo de desarrollos, proponiendo regulaciones que faciliten su gobernanza y promuevan su expansión. De esta forma, se crea un marco de apoyo para que proyectos de interés social en condominio florezcan y contribuyan a satisfacer las necesidades habitacionales del país, alineándose con los objetivos de desarrollo sostenible y acceso equitativo a la vivienda. Esto tiene un impacto social significativo, pues permite que las familias beneficiarias vivan en entornos organizados, bien administrados y con acceso a servicios esenciales.
Fortalecimiento de la Administración y Autonomía de los Condominios
La administración eficiente de los condominios es clave para su éxito. El proyecto de ley aborda la necesidad de una gestión profesionalizada, permitiendo a los condominios funcionar con mayor autonomía y eficiencia. Introduce, por ejemplo, la figura de personalidad jurídica para los condominios, lo que les permite actuar como entidades independientes en actos jurídicos y administrativos, sin depender exclusivamente de la representación de propietarios individuales.
Esta medida no solo profesionaliza la administración, sino que también proporciona un marco legal que respalda sus operaciones y decisiones. Al otorgarles personalidad jurídica, los condominios pueden adquirir bienes, gestionar contratos y defender sus intereses en instancias judiciales, lo cual es crucial para su desarrollo y sostenibilidad a largo plazo. Asimismo, se reconoce el derecho de los condominios a fijar el plazo del nombramiento del administrador, promoviendo mayor estabilidad y mejorando la rendición de cuentas.
Impulso a la Innovación y Flexibilidad en el Desarrollo de Condominios
El proyecto de ley también introduce disposiciones para adaptarse a nuevas formas de desarrollo inmobiliario y al uso de tecnologías digitales, como la incorporación de asambleas virtuales. Esta es una respuesta directa a la evolución de los estilos de vida y las necesidades de los propietarios en un contexto de creciente digitalización.
La posibilidad de realizar asambleas virtuales facilita la participación de un mayor número de condóminos y moderniza el proceso de toma de decisiones, haciéndolo más accesible y eficiente.
Además, la propuesta de permitir la constitución y desarrollo de condominios en etapas es una herramienta innovadora que beneficia a desarrolladores y futuros propietarios, facilitando la creación de proyectos inmobiliarios flexibles que se adapten al crecimiento gradual de la demanda. Esta flexibilidad es especialmente valiosa en contextos de alta incertidumbre económica, permitiendo ajustar la expansión de los condominios conforme a las condiciones del mercado y a la demanda habitacional, sin necesidad de realizar trámites engorrosos para cada etapa.
Conclusión
La Ley para la Buena Gobernanza y la Modernización de la Propiedad en Condominios representa una reforma integral y necesaria para el régimen de propiedad en condominio en Costa Rica. La propuesta aborda los principales retos del sistema actual, desde problemas de gobernanza y claridad jurídica hasta la necesidad de fomentar proyectos de interés social y facilitar el desarrollo de condominios en etapas.
Su aprobación no solo modernizará el régimen, sino que también constituirá un paso firme hacia una estructura de propiedad en condominio más justa, eficiente y acorde con los tiempos modernos. Es una legislación que responde a las necesidades actuales de los ciudadanos, promueve la participación y facilita la gobernanza de los condominios, contribuyendo a una mejor calidad de vida para todos los costarricenses que eligen esta modalidad de vivienda.
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Política
Una Constituyente para el siglo XXI: ¿necesidad o riesgo?
RESUMEN
El debate sobre una Asamblea Constituyente en Costa Rica se ha intensificado con el tiempo, ya que algunos sectores consideran que el sistema actual no puede responder a los desafíos de una sociedad moderna. Este análisis profundiza en las consecuencias de reformar la Constitución: desde la posibilidad de una mayor representatividad y un sistema educativo que fomente el pensamiento crítico, hasta los riesgos de polarización y la manipulación de la historia para justificar intereses políticos. ¿Realmente una nueva Constitución puede resolver los problemas del país o es un camino lleno de incertidumbre?
Una Asamblea Constituyente implica reflexionar sobre el momento histórico que atraviesa el país.
Este es un tema complejo y sensible, a menudo abordado desde una perspectiva emocional y visceral en lugar de académica o reflexiva. ALA LIBERAL busca ser un espacio de análisis y propuesta alejado de las discusiones impulsivas que dominan la política tradicional, donde la madurez para debatir se sustituye con frecuencia por epítetos y descalificaciones. El debate sobre una Asamblea Constituyente no tiene una respuesta absoluta; no es blanco o negro, sino una cuestión con múltiples matices de gris.
Sin embargo, es indudable que en los últimos años esta idea ha ganado terreno, promovida por sectores que consideran que el pacto político, económico y social del país ha quedado rezagado y es incapaz de responder a las nuevas realidades de una sociedad dinámica, moderna y cambiante.
La mera convocatoria de una Asamblea Constituyente implica reflexionar sobre el momento histórico que atraviesa el país y sobre los objetivos que se buscan alcanzar con un cambio profundo en la Carta Magna.
A raíz de una presentación reciente organizada por Primera Línea del historiador Andrés Fernández, y los argumentos que expone sobre la manipulación de la historia y los mitos políticos en Costa Rica, me surgió la pregunta de si una Constituyente es realmente la solución que el país necesita o si, por el contrario, podría profundizar sus problemas.
Esta charla es sumamente interesante, y para quienes no la vieron en vivo, aquí incluyo el enlace. Andrés es un historiador riguroso y sin rodeos, lo cual se evidencia en esta sesión. De lo que se comenta ahí, hay cinco puntos con los que se argumenta la necesidad de una Asamblea Constituyente. Profundizo a continuación en cada uno de ellos.
1. Superación de un marco constitucional obsoleto
Uno de los argumentos más sólidos a favor de una Asamblea Constituyente es la necesidad de actualizar una Constitución que data de 1949. En ese entonces, Costa Rica emergía de una guerra civil y la prioridad era consolidar un nuevo orden institucional que garantizara la paz. Este marco sirvió bien a su propósito en un contexto de posguerra, pero las condiciones actuales del país son radicalmente distintas.
Una Asamblea Constituyente podría ofrecer la oportunidad de diseñar un marco fundamental que incorpore estos desafíos y redefina las competencias del Estado para responder mejor a las necesidades contemporáneas.
2. Revisión de las autonomías constitucionales y la centralización estatal
Otro argumento relevante es la necesidad de descentralizar el poder político y económico. Desde la creación de la Segunda República, instituciones como la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), las universidades públicas y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) han concentrado un poder desmesurado. Aunque han sido fundamentales en la historia del país, hoy operan de manera autónoma y sin coordinación con otras políticas públicas.
Reformar estas instituciones dentro de un marco coherente podría hacer que el Estado funcione como un aparato bien engranado y alineado hacia un fin común.
No obstante, se debe evaluar si el país está preparado para un proceso de este tipo sin caer en la polarización extrema. La intervención de estas instituciones no debe interpretarse como un debilitamiento del Estado, sino como una reestructuración que permita una mayor coherencia en las políticas de desarrollo.
3. Desmantelamiento de mitos históricos
Uno de los puntos más interesantes que plantea Fernández es la forma en que los partidos políticos tradicionales han utilizado mitos históricos para justificar su permanencia en el poder y sus decisiones políticas.
La abolición del ejército en 1948, por ejemplo, se ha presentado como una especie de acto heroico que convirtió a Costa Rica en un “ejemplo de paz” en América Latina. Sin embargo, Fernández argumenta que esta medida también se implementó para consolidar el poder de José Figueres y evitar la amenaza de futuros golpes de Estado. Así, la abolición del ejército fue un acto que, aunque promovido bajo el discurso de la paz, también respondió a intereses políticos de mantener el control del país.
Del mismo modo, el concepto de la “Segunda República” ha sido empleado por el Partido Liberación Nacional (PLN) y otras fuerzas políticas para justificar la supremacía de su visión y excluir del debate a otras voces. Fernández critica este uso de la historia, la cual se convierte en una herramienta de legitimación que ha impedido que se debatan abiertamente otros modelos de desarrollo y gobernanza.
Una Asamblea Constituyente podría ser el espacio ideal para confrontar estos mitos y para desmantelar la narrativa oficial que ha dominado el imaginario político costarricense. Sin embargo, esto conlleva el riesgo de que el proceso se convierta en un campo de batalla ideológico, donde cada grupo intente imponer su propia versión de la historia en la nueva Constitución.
El peligro radica en que el debate histórico se utilice como un instrumento de poder, en lugar de servir para construir un proyecto de país inclusivo y representativo.
4. Reformar el sistema educativo para promover una ciudadanía crítica
Fernández menciona con preocupación la manera en que el sistema educativo y las instituciones culturales del país han sido cooptados por ciertas ideologías que distorsionan la historia y promueven una visión simplista de los problemas del país. En este sentido, una Asamblea Constituyente podría ser la oportunidad para reformar profundamente el sistema educativo, no solo en cuanto a la estructura y el contenido, sino también para garantizar que se convierta en un verdadero motor de pensamiento crítico e independiente.
No obstante, es ingenuo pensar que una nueva Constitución, por sí sola, podrá reformar un sistema educativo que ha sido moldeado durante décadas. Los cambios requerirían más que un nuevo marco legal; se necesitaría una transformación cultural y una reestructuración institucional que no necesariamente pueden lograrse a través de una Asamblea Constituyente.
Si no se aborda con la seriedad que requiere, la Asamblea podría convertirse en una plataforma para imponer ideologías aún más polarizadoras, en lugar de abrir un espacio para la diversidad de pensamiento.
5. Promover una mayor representatividad y participación ciudadana
Finalmente, una Asamblea Constituyente podría ayudar a reformar el sistema político para garantizar una mayor representatividad. El sistema electoral actual ha sido diseñado de manera que favorece a los partidos tradicionales, dificultando la entrada de nuevas fuerzas políticas y manteniendo a la clase política en una suerte de monopolio de poder.
La creación de nuevos mecanismos de participación ciudadana podría revitalizar la democracia costarricense y darle voz a sectores históricamente excluidos. Sin embargo, este es un proceso delicado que requiere un equilibrio entre la representación y la gobernabilidad.
La proliferación de partidos y movimientos podría llevar a una fragmentación extrema del poder, haciendo aún más difícil alcanzar consensos y mantener la estabilidad política del país. Además, es importante recordar que una Constituyente no es una panacea que resolverá automáticamente los problemas de representatividad y participación. Si no se manejan adecuadamente, las reformas electorales podrían llevar a un sistema más disfuncional y menos capaz de generar soluciones a los problemas reales del país.
Conclusión
La idea de una Asamblea Nacional Constituyente para Costa Rica es, sin duda, atractiva. Una idea con la cual comulgo y que considero necesaria ante realidades innegables como la inminente extinción del sistema de seguridad social. No por estar tomado por mandos medios o sindicales, no por tener una estructura amorfa sin una debida gobernanza, sino por una realidad sociodemográfica:
Costa Rica está envejeciendo y nuestro sistema de Seguridad Social supone una sociedad joven. Esta no es la realidad de nuestro país. El otro día participé de una charla donde se compartió que dadas las proyecciones de natalidad en nuestro país, Costa Rica no va a alcanzar los seis millones de habitantes. Eso anticipa una sociedad envejecida donde el sistema de seguridad social debe cambiar.
La idea de una Asamblea Constituyente, ofrece la posibilidad de reformar profundamente el Estado y su funcionamiento, de revisar la historia y de actualizar las instituciones a las realidades contemporáneas. Sin embargo, el camino hacia una Constituyente no está exento de peligros.
La convocatoria de una Asamblea debe hacerse con una visión clara de los objetivos a alcanzar y con la certeza de que no se convertirá en un espacio de imposición ideológica o en un campo de batalla entre grupos de poder.
Costa Rica debe reflexionar detenidamente sobre si está preparada para enfrentar el reto de una Asamblea Constituyente y sobre si existen otras vías, quizás menos disruptivas, para lograr las reformas que el país necesita. Pero para eso se requiere madurez. No solo emocional, sino profesional.
Una Constitución no es solo un documento legal; es la expresión de un consenso social.
Antes de cambiarla, es necesario preguntarse si realmente se cuenta con el consenso necesario, y las ideas correctas, para construir una nueva y mejor visión de país.
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