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Opinión

Trazando el futuro educativo: la urgencia de una reforma para el siglo XXI

Rafael Mora Goñi

Publicado

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Tiempo de lectura: 3 min

La educación costarricense fue motivo de orgullo nacional hasta hace algunos años.  Es por ello que su deterioro es motivo de preocupación y genera dudas respecto de su futuro como promotora de ascenso social, si no se toman acciones urgentes.  En este contexto, el Ministerio de Educación Pública, ente rector del sector educativo, cumple tres cuartos de siglo de historia, razón por la cual resulta de particular interés establecer algunas fechas importantes, relacionadas con el desarrollo de la educación en nuestro país. 

En 1825 se aprueba la Constitución del Estado Costarricense y la Ley Fundamental del Estado, que le confía a éste la obligación de desarrollar la educación nacional.  Luego, en 1828 se encarga, a las Municipalidades, la responsabilidad de evaluar y nombrar al personal docente de cada centro educativo respectivo así como de velar por los gastos y las necesidades de los estudiantes.

En 1849, el Dr. José María Castro Madriz crea el Consejo de Instrucción Pública, siendo que las municipalidades mantienen a su cargo la supervisión de los centros educativos de la época.  Finalmente, en 1869 se crea el Ministerio de Instrucción Pública, con el cual el Poder Ejecutivo asume el control del incipiente sistema educativo costarricense.

Posteriormente, en 1885 se lleva a cabo una de las primeras reformas educativas de nuestro país, de la mano de su Ministro de Instrucción Pública, Mauro Fernández Acuña, uno de los grandes impulsores del proceso de alfabetización de Costa Rica. 

Cabe destacar que la creación de instituciones emblemáticas como el Colegio San Luis Gonzaga (1869), el Liceo de Costa Rica (1887), el Colegio Superior de Señoritas (1888) y la Escuela Normal de Costa Rica (1914) hablan de la importancia que se le dio a la educación durante todo este período.  De manera particular, la creación de este último centro de formación de educadores, durante el mandato presidencial de Alfredo González Flores, impactó de manera profunda la calidad de la educación costarricense.  Las acciones anteriores evidencian que los gobernantes de la época comprendían la importancia fundamental que tenía la preparación de los maestros y profesores, en la calidad y la excelencia de la educación.

El 8 de mayo de 1948, una vez que la Junta Fundadora de la Segunda República asume el ejercicio del gobierno, la Secretaría de Instrucción Pública toma oficialmente el nombre de Ministerio de Educación Pública (MEP).  Adicionalmente, en 1949 se integra, en la Constitución Política, un capítulo destinado a la educación, con lo cual se sientan las bases del sistema educativo público tal y como lo conocemos.

Finalmente, en 1951 se establece el Consejo Superior de Educación, ente máximo que regula todo el sistema educativo y, en 1957, se promulga la Ley Fundamental de Educación.

Ahora bien, entrando en el campo filosófico y tomando en consideración la realidad social, económica y poblacional de Costa Rica en este ya avanzado siglo XXI, vale la pena revisar el estado actual del sistema educativo público costarricense. ¿Está cumpliendo con su llamado a ser motor de ascenso social?

Según datos del Consejo Nacional de Rectores (CONARE), el 70% de todos los títulos de educación superior están siendo otorgados por las universidades privadas, lo que lleva a cuestionarse si la inversión que se está realizando, en la educación pública, está respondiendo a las necesidades de la población.

En esta misma línea, los ocho informes del Estado de la Educación, de los cuales el primero fue emitido en 2005, así como los indicadores que se emiten año con año en esta materia, hablan de una seria crisis en la gestión de la oferta educativa, desde el nivel preescolar hasta la secundaria.

Los hechos anteriores parecieran demostrar que ha llegado el momento de una profunda reforma educativa, con miras al siglo XXI.  La visión estatista ha colapsado y el MEP, cuya función primordial debe ser velar por la calidad de la educación, ha descuidado su función primordial como ente rector del sistema.  Su deseo por controlar y manejar todos los aspectos administrativos relacionados, tales como comedores, transporte, infraestructura y equipamiento, nombramientos y capacitación docente, entre otras cosas, ha provocado un descuido en relación con su sagrada función primordial. 

En este sentido, la crisis educativa sólo puede resolverse con una profunda reforma, toda vez que la estructura del MEP fue pensada para la Costa Rica de mediados del siglo XX y, desde entonces, ha sido sometida a una serie de manoseos e improvisaciones.  Debe convocarse un gran Acuerdo Nacional con el fin de sentar las bases de la nueva Reforma Educativa para el siglo XXI.  Solo la toma de grandes decisiones permitirá que las nuevas generaciones tengan confianza y seguridad en que las escuelas, colegios y universidades públicas seguirán siendo el medio para mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Educador desde 1990, profesor de matemática en el MEP y relevantes colegios privados. Profesor universitario, conferencista y charlistas en temas educativos. Líder educativo, con amplia experiencia en transformación educativa y formación de educadores.

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Opinión

El Valor de la Libertad: Una Batalla que No Podemos Perder

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Tiempo de lectura: 4 min

RESUMEN

No debemos ignorarlo: la hegemonía cultural de la izquierda ha moldeado la percepción del liberalismo en Costa Rica, especialmente entre los jóvenes. Por eso, es fundamental defender las ideas de la libertad desde la educación y apoyar a quienes también luchan por promoverla.

Hace unos días, tuve el honor de ser invitado por los jóvenes de la organización Estudiantes por la Libertad en Latinoamérica, específicamente por su capítulo en Costa Rica, a un encuentro donde discutimos a fondo el futuro del liberalismo en nuestro país. Abordamos la percepción que los costarricenses tienen de esta corriente ideológica y reflexionamos sobre cómo quienes nos identificamos como liberales, sin importar las diferencias dentro del movimiento, podemos difundir y defender los tres pilares fundamentales: vida, libertad y propiedad.

En un país abrumadoramente estatista, como lo demuestran los más recientes informes del Estado de la Nación, es evidente que los liberales enfrentamos serias dificultades para tener una incidencia real en la política pública. Esta realidad quedó clara en mi último artículo, donde critiqué el apego irracional de muchos costarricenses a las instituciones, en lugar de enfocarse en políticas públicas que realmente mejoren su calidad de vida.

Las reacciones a ese artículo, que les invito a leer, reforzaron una conclusión contundente: la izquierda ha sido mucho más efectiva que nosotros en comunicar sus ideas, especialmente entre la juventud.

Admito con cierta vergüenza que, en mi juventud, incluso yo me consideré por un tiempo socialdemócrata. Sin embargo, al madurar, mi perspectiva cambió. Pero, ¿qué es lo que hace que este mensaje social-confuso tenga tanto impacto entre los jóvenes? ¿Cómo es posible que estos mismos jóvenes no se den cuenta de que las políticas de centro-izquierda e izquierda en Costa Rica lo único que han desarrollado es una narrativa de protección social que, en la realidad, es: protección para los amigos de los políticos tradicionales?

La hegemonía cultural y su impacto

Para responder a esta pregunta, debemos remontarnos a Antonio Gramsci, el filósofo y teórico político italiano que desarrolló la teoría de la hegemonía cultural. Gramsci sostuvo que, más allá de la lucha de clases directa propuesta por Karl Marx, el control ideológico y cultural es esencial para mantener el poder de la clase dominante. En su visión, las instituciones educativas, los medios de comunicación y otras entidades culturales juegan un papel crucial en perpetuar el statu quo, al difundir la ideología dominante y generar consenso entre las masas.

Gramsci sugirió la guerra de posiciones como estrategia para desafiar la hegemonía burguesa, enfocándose en la creación de una contracultura que minara las bases ideológicas del sistema capitalista desde dentro. Esta estrategia ha resultado especialmente eficaz para adoctrinar a las nuevas generaciones, permitiendo que las ideas de izquierda se infiltren gradualmente en la sociedad a través de la cultura y la educación. El impacto de esta estrategia es evidente en nuestras universidades públicas, donde la teoría de la hegemonía cultural ha sido promovida por organizaciones estudiantiles, partidos políticos y medios como el Semanario Universidad.

Lejos de ser una crítica, esto es un reconocimiento. La izquierda latinoamericana ha sabido utilizar el sistema, financiado por todos nosotros, para moldear las mentes de nuestros ciudadanos con sus posturas ideológicas. En contraste, las corrientes de centro-derecha y derecha han quedado en deuda con sus bases. Muchos de nosotros, que nos identificamos con estas corrientes, no gozamos del lujo de una posición en propiedad en alguna facultad de sociología de una universidad estatal (ni la quisiéramos). En la realidad de las cosas, nos toca trabajar y ser realmente productivos para la sociedad.

A pesar de los intentos de la izquierda por desacreditar el capitalismo, la realidad es que este sistema, con su libre mercado, ha sacado de la pobreza a miles de millones de personas en todo el mundo. 

Mientras el socialismo ha fracasado en todos los países donde se ha implementado, el capitalismo sigue siendo el sistema dominante en las naciones más desarrolladas. No es perfecto, pero es la mejor idea que como sociedad hemos alcanzado para organizarnos.

Los datos son irrefutables. En todas las métricas, los sistemas de libre mercado superan ampliamente a las economías centralizadas y planificadas. Ante esta realidad, las izquierdas, especialmente en América Latina, han recurrido a la política identitaria para avanzar sus agendas económicas. Aunque estas agendas muchas veces no guardan relación con los colectivos que dicen representar, han logrado posicionarse como defensores de una amplia gama de movimientos, desde la agenda LGBTQ+ hasta la ambiental

Sin embargo, en su afán de proteger colectivos, olvidan que el “colectivo” más pequeño e importante es el individuo, y que su capacidad de autodeterminación debe ser protegida a toda costa.

Un llamado a defender la libertad

Es por esta razón que quienes creemos en los principios de la libertad, el libre mercado, la competencia y un Estado pequeño, pero eficiente, debemos aprender de la izquierda y dar nuestra batalla desde temprano, comenzando con la educación de nuestros hijos. Debemos exigir amplitud de cátedra en las universidades que todos pagamos, y utilizar nuestros recursos para difundir las ideas del libre mercado y la libertad.

Primera Línea Costa Rica, el medio en el que me leen, está realizando una labor invaluable, pero no es una tarea fácil ni gratuita. Requiere mucho esfuerzo, el trabajo de muchas personas y recursos significativos. A mis amigos empresarios, a los profesionales y demás defensores del libre mercado, les hago un llamado: apoyen este medio. Hay muchas formas de colaborar, pero en este momento la más valiosa es con recursos.

No escribo estas líneas para beneficio personal (mi pensamiento lo difundo de forma gratuita), ni el medio me lo ha solicitado. Lo hago con la convicción de que solo a través de la educación podemos enfrentar en un debate de altura a quienes venden dogma y no ideas.

Mi lema es y siempre será: “Vivir en libertad, hagámoslo realidad”.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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Opinión

Lanzamiento Nueva Columna: Aequitas

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Tiempo de lectura: 2 min

RESUMEN

Desde Primera Línea celebramos a los nuevos autores que se incorporan a nuestro equipo. Aequitas, la nueva columna mensual de Víctor Umaña, explora cómo el comercio, la inversión y las políticas públicas, fundamentadas en la equidad y la evidencia, pueden impulsar un desarrollo económico inclusivo y sostenible para todos los sectores del país.

En un momento crucial para nuestro país, donde las disparidades económicas y sociales amenazan con profundizar las brechas existentes, nace Aequitas, un nuevo espacio digital liderado por Víctor Umaña, un economista respetado por su rigor analítico y compromiso con la equidad y el desarrollo balanceado. Este proyecto se centra en los principios de igualdad de oportunidades y equilibrio, dos conceptos que la historia ha demostrado como fundamentales para el bienestar colectivo y el progreso sostenible.

Aequitas no es solo un nombre simbólico, es un recordatorio de que el crecimiento económico debe ser inclusivo y justo.

Desde la antigua Roma, Aequitas representaba la balanza entre el derecho y la prosperidad, una metáfora que hoy cobra nueva vida en un contexto de comercio global y políticas públicas basadas en evidencia. Umaña busca resaltar la importancia de crear condiciones económicas que no solo beneficien a las ciudades, sino que también promuevan el desarrollo en las áreas rurales del país.

Este espacio abordará temas cruciales como el comercio y la inversión, elementos que, si se gestionan con inteligencia, pueden ser motores de desarrollo para todo el país, no solo para unos pocos. Umaña nos invita a reflexionar sobre cómo las políticas públicas pueden ser herramientas poderosas cuando están sustentadas en datos confiables y diseñadas pensando en el bienestar común. Además, explorará cómo la innovación y la tecnología pueden jugar un papel clave en transformar sectores productivos y crear oportunidades reales para todos.

En Aequitas, la igualdad de oportunidades no es solo un ideal, sino una meta concreta que debe alcanzarse a través de decisiones informadas y bien fundamentadas. A través de este espacio, Víctor Umaña contribuirá al debate sobre el desarrollo económico con una visión que combina el rigor académico con una fuerte convicción de promover medidas económicas que fomenten el progreso para todos. Este nuevo foro será una plataforma para propuestas que aboguen por una economía más competitiva, inclusiva y sostenible, y una invitación abierta a quienes quieran formar parte de esta conversación urgente y necesaria.

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Opinión

La ofensiva contra la libertad de expresión

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Tiempo de lectura: 4 min

RESUMEN

La libertad de expresión está bajo ataque en Occidente. Canadá, Australia, Brasil, Escocia, Reino Unido, etc. Debemos comprender cuál es el camino al que lleva perder ese derecho y no permitir que el fin justifique cualquier medio.

Publicado originalmente en Delfino.cr

Recientemente parece que cada semana aparece un nuevo ataque a la libertad de expresión. Ya no sólo de los típicos gobiernos autoritarios como Venezuela, China, Irán, Arabia Saudita, y demás. En estos años, se suman cada vez más gobiernos con valores occidentales al ataque.

Por ejemplo, Canadá ha comenzado a ejercer un control más estricto sobre lo que considera contenido no adecuado en medios digitales, a través de leyes como el “Bill C-10” o el “Bill-36” y sus permutaciones. Además, ha utilizado herramientas como el congelamiento de cuentas bancarias de manifestantes para dispersar protestas.

Australia también ha intentado imponer la censura de contenido digital, pero a nivel global. Mientras que en Brasil, tanto bajo el gobierno de Jair Bolsonaro como el de Lula da Silva, se ha intensificado la censura de contenido que las autoridades consideran inapropiado.

Por otro lado, en Escocia, la ley “Hate Crime and Public Order” provocó una gran controversia en redes sociales hace unos meses, especialmente debido a su conexión con el debate en torno a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter.

Pero el principal caso que deseo recopilar aquí es el del Reino Unido y su reciente declive con la libertad de expresión.

El Reino Unido protege el derecho de expresión mientras que no haya una ley en particular que lo prohíba. Es decir, al añadir leyes o crear precedentes judiciales, pueden limitar cada vez más la libertad de expresión. En resumen, no existe un derecho constitucional que lo respalde.

Bajo la premisa de que el fin justifica los medios, con el “Online Safety Act” el Reino Unido quiere llevar a que las plataformas digitales como Facebook, Signal, X y otros, violenten la privacidad y seguridad de los datos de sus usuarios con el fin de observar todo lo que hacen y así forzarlas a cumplir con sus requisitos de censura en línea (si es que estas empresas no se van antes del país).

Hay que ser claros, buscan que se auditen y censuren no solo las publicaciones, sino también los mensajes privados encriptados.

Estos incentivos a la censura van a llevar a que las plataformas digitales sean extremadamente cautelosas sobre qué se permite comunicar a través de ellas. Debemos entender que en lo que respecta a este tipo de contenido, hay muchas líneas grises y ambigüedad. Junto con la libertad de expresión, el Reino Unido eliminaría cualquier derecho a la privacidad que tienen hoy en día las personas.

Coincidentemente, en medio de los disturbios de las semanas pasadas, el gobierno del Reino Unido empieza a tratar de posicionar a las redes sociales como las culpables de los constantes conflictos en su sociedad.

En esta misma línea, el Reino Unido con su “Defending Democracy Policing Protocol” (Protocolo de Vigilancia Policial para la Defensa de la Democracia) está buscando reprimir manifestantes y su derecho de expresión, catalogándolos como extremistas, bajo sus propios criterios. Así es como se callan voces disidentes.

Del lado de la Unión Europea, algunas de sus figuras prominentes como Thierry Brenton, comisario del Mercado Interior, “amenaza” a Elon Musk previo a su conversación en línea con el ex-presidente Donald Trump. Le “recuerda” apegarse a las regulaciones de la Unión Europea y evitar que durante su conversación con el ex-presidente Americano se dé una amplificación de contenido que ellos podrían considerar “dañina”. Según él, esta advertencia está conectada a los recientes conflictos en el Reino Unido.

El patrón es claro, tanto Canadá, como el Reino Unido y la Unión Europea utilizan la excusa de la “protección en línea” para atribuirse la potestad de decidir qué se puede decir o no en línea. Ellos, específicamente, son los árbitros de qué constituye lenguaje de odio.

De censurar un comentario que incite a la violencia, a censurar un comentario que critique una decisión política, solo hay una interpretación burocrática de distancia

No sólo se trata de los obvios problemas que implican las ambigüedades en el ámbito de la expresión. Sino, que a esto se le suma el problema de darle poder extra a gobiernos que hoy opinan algo y mañana otra cosa. 

“… la libertad de la pluma es la única salvaguarda de los derechos del pueblo.”– Immanuel Kant

Esta visión de justificar cualquier atropello a los derechos de las personas bajo lindas promesas y supuestos objetivos nobles puede llevar a la ciudadanía a una esquina de control gubernamental de la cual no será sencillo salir.

Al evitar caer en la ilegalidad y sus consecuencias, tanto las plataformas digitales como las personas van a llegar a autocensurarse, dando paso libre a las posiciones “oficiales” de los gobiernos, se esté a favor o no de ellas. Sean coherentes y sensatas o no. ¿No hemos aprendido nada de la historia?

Quienes creemos en los valores de la ilustración no debemos dejar de observar estas señales y situaciones con ojo crítico, y hasta donde podamos, mantener la discusión abierta en miras de reflexión en nuestro pequeño y verde país.

Un país como Costa Rica tiende a adoptar las tendencias internacionales y por esto, en lugar de adoptar la visión moderna de que “el fin justifica los medios” debemos comprender que la censura sólo lleva a socavar derechos y a potenciar las malas ideas.

Como país debemos tomar un camino distinto, y entender que a los discursos de odio se les combate con más expresión, no con censura. Debemos seguir una ruta bien pensada y no una superficial bajo supuestos fines nobles. El fin no debe justificar los medios cuando se trata de la libertad de expresión.

Aquellos que renunciarían a la libertad esencial, para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad” – Benjamin Franklin


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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