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Innovación y Emprendimiento

Regulación de las tecnologías emergentes

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Regulaciones en tecnología
Tiempo de lectura: 4 min

Las tecnologías disruptivas representan un cambio profundo y acelerado en la historia de la vida en nuestro planeta, un cambio que será cada vez más rápido y profundo.

Algunos ejemplos de esto son las tecnologías que permiten que los consumidores interactúen de nuevas maneras, rompiendo los esquemas de negocio tradicionales, con sistemas que se autoenseñan a aprender y reaprender; automóviles autónomos que se comunican entre sí y con la infraestructura de transporte y dispositivos inteligentes que responden y se anticipan a las necesidades de los consumidores, de manera individualizada; todos generando miles de millones de datos de todo tipo.

Casos recientes de empresas de Inteligencia Artificial Generativa como OpenAI y su herramienta ChatGPT, son solo la punta del iceberg, con una puesta a disposición del público de manera abierta, global y gratuita que constituye todo un experimento social de largo alcance, del cual aún no conocemos sus implicaciones totales.

Las mismas empresas de tecnología están enfrascadas en una carrera donde el ritmo de las innovaciones es cada vez más rápido, con productos, servicios e industrias completas que pueden escalar y crecer a niveles globales en solo cuestión de meses. Esto representa el reto de garantizar que este crecimiento se haga siempre dentro de parámetros mínimos de protección al usuario y a sus derechos fundamentales, sin que representen riesgos que impacten negativamente a nuestra sociedad.

El querer regular las tecnologías emergentes es algo tentador para los entes reguladores, legisladores y políticos en el mundo. El querer hacerlo rápidamente es un riesgo mayor que, paradójicamente, puede verse como algo políticamente atractivo. Claramente, las decisiones sobre tecnologías disruptivas que pueden poner en riesgo el control de nuestra sociedad no deberían delegarse únicamente a líderes tecnológicos que no han sido elegidos por nosotros, y tienen un interés particular sesgado, pero tampoco deben ser tomadas a la ligera sin tener mayor conocimiento sobre la temática y su complejidad.

El reto del legislador, ante temas tan técnicos, complejos, multidimensionales y nuevos, es garantizar el que se mantenga un balance entre promover la innovación, proteger a los consumidores, evitar más burocracia y sus costos asociados y, sobre todo, lograr tener algo funcional que agregue valor (no regular por regular). Esto requiere de un enfoque integral, analítico y práctico, que mantenga ese balance mencionado anteriormente, donde las discusiones deben ser serias, profundas y realizadas desde múltiples puntos de vista, no solamente técnicos o legales.

Una lección de historia

La historia de la regulación del automóvil ofrece una importante lección sobre los peligros potenciales de la sobrerregulación de nuevas tecnologías e industrias. Al intentar desarrollar vehículos automóviles a finales de 1800, los innovadores británicos fueron fuertemente restringidos por el Parlamento que originalmente abordó “los peligros planteados por las máquinas de vapor”. En particular, la Ley de locomotoras de 1861 requería que las “locomotoras”, definidas como vehículos propulsados mecánicamente, debían ser tripuladas por al menos dos personas y no debían exceder las 10 mph en las carreteras de peaje o 2 mph cuando pasaban por las ciudades. En 1865, el Parlamento ajustó aún más las reglas con una enmienda conocida como el Acta “Bandera Roja”: “Esta ley requería que los vehículos automotores fueran tripulados por al menos tres tripulantes, con una persona caminando al menos 60 yardas por delante del vehículo, con una bandera roja para advertir a los peatones y otros vehículos, incluidos los carruajes tirados por caballos, de la locomotora que se aproximaba”. El Acta fue derogada finalmente en 1896, pero en ese momento sus disposiciones habían sofocado efectivamente el desarrollo del transporte por carretera en las islas británicas.

En los Estados Unidos, varios Estados aprobaron leyes similares de “Bandera Roja” a finales del siglo XIX para proporcionar medidas de seguridad para los primeros automóviles. Pennsylvania contempló una de las leyes más infames de la bandera roja en 1896, que habría requerido que todos los automovilistas, al encontrar ganado, detuvieran inmediatamente, “apagar el automóvil lo más rápidamente posible” y “ocultarse detrás de arbustos cercanos hasta que el ganado se encontrara lo suficientemente calmado”. El gobernador de la época vetó el Acta.

Esta lección de historia ilustra muy claramente que la regulación promulgada en esa época tendía a reflejar la comprensión de las tecnologías de ayer en lugar de lo que estaba emergiendo en ese momento. Como país, debemos evitar hacer lo mismo con las tecnologías actuales y futuras, entendiendo que estas deben conceptualizarse como una oportunidad de restructuración y avance social y como una herramienta que debe contribuir, de manera muy relevante, a la disminución de la desigualdad en el acceso a las oportunidades.

Los Estados deben velar porque no haya ganadores y perdedores predefinidos como producto de la digitalización; en ese sentido, la regulación que se desarrolle alrededor de la tecnología debe ser una “regulación inteligente”, que no mate la innovación, teniendo muy claro qué derechos debemos preservar, cómo lo vamos a supervisar y de qué forma práctica aplicaremos la norma. No debemos pretender “regular todo”, sino más bien los usos de riesgo, entendiendo que la tecnología no es buena ni mala, sino que depende para qué se use.

Finalmente, el enfoque es fundamental en un país como Costa Rica, con recursos limitados y necesidades gigantes y crecientes, con un Estado disfuncional. La regulación de tecnologías emergentes puede resultar algo atractivo políticamente, pero específicamente para nuestro país, es clave que nuestro gobierno y nuestros legisladores entiendan e interioricen que, al otro extremo de las tecnologías digitales más vanguardistas, se encuentran quienes no tienen siquiera una conexión básica a Internet; personas de carne y hueso que, por edad, género, ubicación geográfica, condición social y económica o discapacidad, no tienen acceso al progreso tecnológico y no cuentan con las habilidades digitales mínimas para sobrevivir en una sociedad cada vez más tecnológica, donde la brecha solo crece.

Empresario en el área de las tecnologías digitales, CEO y fundador de Next Curve y de Proximity LLC, además de ser inversionista ángel en empresas de tecnología en Costa Rica, Estados Unidos y Sur América. Adolfo cuenta con más de 20 años de experiencia como exportador de productos y servicios de tecnología, en áreas como el desarrollo de software empresarial, el IoT, Intelligent Process Automation (IPA), Inteligencia Artificial (iA) y Big Data entre otros. Además, actualmente es Presidente de la Junta Directiva de CAMTIC Su formación académica es de Ingeniero Industrial con una maestría en gestión de negocios con énfasis en finanzas y mercadeo.

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Innovación y Emprendimiento

Costa Rica: De la Desigualdad a la Innovación Económica

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Tiempo de lectura: 4 min

RESUMEN

Costa Rica enfrenta una realidad dual: una parte próspera en la Gran Área Metropolitana y otra desatendida en las provincias costeras. Ante esta situación, y buscando soluciones alternativas y exitosas, podríamos proponer un modelo de zonas económicas especiales, inspirado en la iniciativa PRÓSPERA de Honduras, para revitalizar las costas costarricenses. Este tipo de desarrollo genera beneficios en empleo, infraestructura y sostenibilidad. ¿Será mucho pedirle a nuestros líderes políticos?

El otro día, en el congreso realizado por la Cámara de la Industria Alimentaria (CACIA), escuchaba atentamente al exministro y profesor Alberto Trejos. Durante su acertada intervención sobre los retos que enfrenta el país, Alberto destacó una realidad evidente: la existencia de dos países en uno solo. Una “Costa” y una “Rica”. La “Rica” está representada por dos terceras partes del país, situadas en el Gran Área Metropolitana y zonas aledañas, que por sí sola sería una de las naciones más prósperas de Latinoamérica. Sin embargo, ésta debe arrastrar consigo a la abandonada “Costa”, que de Rica no tiene nada. 

Esta es la cruda realidad de las provincias de Limón, Puntarenas y gran parte de Guanacaste, donde los indicadores socioeconómicos son significativamente bajos. Los políticos, en su mayoría, solo se acuerdan de esta “Costa” durante las elecciones y poco hacen por los ciudadanos de estas zonas. Actualmente, la respuesta de la Asamblea Legislativa se refleja en la presentación de un proyecto de ley para declarar benemérito de la patria a don Ricardo Saprissa. Esto aporta poco a los cantones de Puntarenas, Garabito, Coto Brus, Pococí, Talamanca o Matina. Con iniciativas como esta, la brecha entre el área metropolitana y las costas seguirá ensanchándose rápidamente.

¿Cómo podemos pensar de manera innovadora para mejorar la situación de nuestras áreas costeras? Pues como si hubiera salido de las páginas de La Rebelión del Atlas de Ayn Rand, y su Atlantis, una alternativa interesante se implementó en Honduras con PRÓSPERA, en la isla de Roatán. La iniciativa única y ambiciosa busca crear una ciudad privada y una zona económica especial bajo las leyes hondureñas de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), permitiendo un alto grado de autonomía en la gobernanza, políticas fiscales y marcos regulatorios. 

Inspirada en modelos exitosos como Hong Kong, Singapur y Dubái, PRÓSPERA tiene como objetivo fomentar el crecimiento económico y la innovación al ofrecer un entorno pro-empresarial con mínimas barreras regulatorias.

Administrada por Honduras PRÓSPERA Inc., trajo inversión significativa de figuras notables en el mundo del capital de riesgo, como Balaji Srinivasan y Peter Thiel. El proyecto apoya una amplia gama de actividades económicas, incluyendo salud, educación y tecnología, con un énfasis en la sostenibilidad y la planificación urbana avanzada.

El principal objetivo de PRÓSPERA es crear un entorno regulatorio y fiscal favorable que promueva la innovación y el desarrollo económico. Como dije, la ciudad opera bajo las leyes ZEDE, que permiten autonomía en la gestión de sus asuntos internos, aunque sigue sujeta a la Constitución de Honduras y su código penal. La estructura regulatoria independiente permite que la ciudad implemente reformas económicas y sociales difíciles de realizar bajo marcos gubernamentales tradicionales, convirtiéndola en una verdadera novedad en una zona deprimida.

PRÓSPERA estableció asociaciones con varias entidades de renombre. Se alió con la Universidad Técnica de Múnich para crear un centro educativo y anunció la construcción de un nuevo hospital en colaboración con Cemesa. Además, trabaja con una empresa líder en energía de América Latina para desarrollar instalaciones de energía renovable, reforzando su compromiso con la sostenibilidad. En términos de desarrollo urbano, incorpora diseños arquitectónicos avanzados, como los de la firma Zaha Hadid Architects, que utilizan técnicas de fabricación digital de madera y materiales locales sostenibles. 

Estos esfuerzos reflejan la visión de crear una ciudad innovadora en términos económicos, infraestructurales y ambientales. Una de las características clave de esta metrópoli del futuro es su programa de e-residencia, que permite a individuos y empresas de todo el mundo registrarse y beneficiarse del entorno regulatorio y fiscal favorable. La iniciativa permite usar Bitcoin como moneda de curso legal, reflejando su adopción de la innovación digital y la tecnología financiera.

Pese a que el gobierno hondureño, bajo la presidencia de Xiomara Castro, tomó medidas para derogar las leyes que permitieron las ZEDE, lo que ha llevado a una disputa legal y política significativa, PRÓSPERA sigue posicionándose como un centro para el emprendimiento global y la inversión, con planes para una mayor expansión y desarrollo en el continente cerca de La Ceiba. 

Aunque el futuro del proyecto es incierto debido a las batallas legales en curso y la resistencia local, representa un experimento audaz en el desarrollo urbano autónomo.

Este tipo de iniciativa podría aplicarse en Costa Rica para atraer inversión a nuestras costas. Nuestro país, con su reconocida estabilidad política y su reputación como un destino atractivo para la inversión, tiene el potencial de implementar un modelo similar en sus áreas costeras abatidas. 

La creación de zonas económicas especiales con un alto grado de autonomía podría transformar las provincias de Limón, Puntarenas y Guanacaste en polos de desarrollo económico y social. 

Al ofrecer un entorno regulatorio favorable y atractivo para la inversión extranjera, el territorio podría catalizar un cambio significativo en estas regiones, reduciendo la brecha socioeconómica entre la “Costa” y la “Rica”.

Las ventajas potenciales son enormes: generación de empleo, incremento en la infraestructura, mejora en la educación y la salud, un impulso a la economía local y disminución de la violencia. Este enfoque podría incluir también el desarrollo de energías renovables, aprovechando los recursos naturales del país y reafirmando su compromiso con la sostenibilidad. 

Con una planificación urbana avanzada y asociaciones estratégicas con entidades internacionales, nuestra nación podría crear un modelo de desarrollo inclusivo y sustentable que beneficie a todos sus ciudadanos.

¿Será que nuestros políticos de turno pueden pensar fuera de la caja?


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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Innovación y Emprendimiento

Retos para Costa Rica en una nueva normalidad

Juan Ignacio González

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Retos para una nueva normalidad
Tiempo de lectura: 3 min

Vivimos tiempos que hace cuatro años ni siquiera habríamos imaginado. Tuvimos que redefinir nuestros estilos de vida, replantear nuestros trabajos, reestructurar nuestros negocios y repensar nuestro futuro, tanto a nivel personal como de país.   Los retos que nos planteó el COVID-19 entre 2020 y 2022, la volátil geopolítica mundial actual y la deteriorada competitividad de Costa Rica, nos debe hacer reflexionar sobre dónde nos encontramos y hacia dónde queremos ir.

La pandemia que nos tumbó evidenció desigualdades que hace tiempo Costa Rica pudo haber evitado. Si bien es cierto, en materia de salud y manejo sanitario hemos sido ejemplo para el mundo, gracias a la decisión de renunciar al ejército hace setenta y cinco años e invertir estos recursos en salud y educación, es, precisamente, en esta última materia, donde las desigualdades nos están pasando factura.

Frente a la nueva realidad de la educación en línea, Costa Rica se ha polarizado entre los que tienen o no acceso a Internet, a equipo de cómputo, a espacios de estudio adecuados y a buena alimentación y, como consecuencia, entre los que pueden o no sacar provecho de esta nueva modalidad de estudio, tanto en escuelas, como en colegios y universidades. ¡Para muestra un botón! Nuestro sistema de educación pública tuvo que improvisar para implementar cursos en línea, lo que ha ensanchado la brecha entre la educación pública y privada. Por otra parte, quedó en evidencia la deficiente capacidad de ejecución del estado costarricense en la inversión de recursos públicos para la conectividad nacional, a través de Fonatel.

En otro orden de ideas, nuestro principal socio comercial aceleró su viraje geopolítico hacia la desglobalización desde que Donald Trump asumió el poder en enero de 2017.  En línea con lo anterior, Estados Unidos ha sido claro en que la globalización ya no sirve a sus intereses, y que las cadenas de valor globales deben permanecer cerca.  La prioridad estadounidense de volver a generar fuentes de empleo para su población y países amigos cercanos nos debe hacer reflexionar sobre cuáles deben ser las bases para generar empleo con alto valor agregado.  

Debemos evolucionar y pasar de ser un país de empleados a convertirnos en un país de empleadores, y esto únicamente se logra a través del fomento del emprendimiento con base en innovación, investigación científica y desarrollo tecnológico, y producto del trabajo en equipo entre la academia, el sector privado y el gobierno. ¡Cómo nos cuesta trabajar en equipo como país! Solamente superando la desconfianza y el egoísmo que nos inhibe de trabajar juntos, podremos convertirnos en un país competitivo cuya base principal sea el conocimiento.

El debate mundial que el COVID19 generó entre confinar a la población en sus casas ó reabrir la economía para evitar un deterioro económico de las personas y sus familias, nos llevó en Costa Rica a reflexionar sobre el estado de nuestras finanzas como país y la distribución del gasto estatal. El tsunami que enfrentamos nos pilló con poca maniobrabilidad financiera producto de un alto déficit fiscal, una deuda pública elevada como porcentaje del PIB, y un gasto poco flexible desde el punto de vista constitucional. Ha llegado la hora de redistribuir el gasto público para fomentar la investigación y el desarrollo en el área de la salud, aumentar los fondos disponibles para innovar en ciencia y tecnología, y reforzar el desarrollo de competencias laborales que le permitan a nuestra población especializarse y diferenciarse, a nivel global, por su conocimiento.

Si bien somos un país pequeño, y nos beneficiamos del comercio y la inversión internacional, es tiempo de tomar medidas estratégicas que nos permitan sobrellevar con creces las crisis que podrían sobrevenir en un futuro no muy lejano.  El mundo cambia, y Costa Rica no debe ser la excepción.

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Innovación y Emprendimiento

NextCurve Technologies: Tecnología para decisiones inteligentes

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Tiempo de lectura: 4 min

En la actualidad casi cualquier campo de trabajo o negocio genera datos, que mediante el uso de las tecnologías, pueden convertirse en aliados para la identificación y solución de muchos problemas.

Esta es la tarea a la que se ha dado la empresa NextCurve Technologies con su amplia oferta de soluciones en las áreas de Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial y tecnologías exponenciales que se personalizan a las necesidades de sus clientes en áreas tan diversas como las industrias, el sector salud o el inmobiliario, entre muchos otros.

Javier Brenes es gerente operativo y uno de los fundadores de NextCurve Technologies y explica que los servicios de la empresa dependen de las necesidades, por lo que se incluye desde el diseño hasta el desarrollo, implementación y mantenimiento de las soluciones, basadas en herramientas que la propia empresa ha desarrollado por su cuenta.

“Lo hacemos además con herramientas que hemos desarrollado dentro de nuestra misma organización, como por ejemplo hardware especializado que podemos desarrollar y además una plataforma de integración que se llama IoT (Internet de las Cosas por sus siglas en inglés) Central la cual nos permite tener la integración y centralización de los datos en un solo sitio”, explicó Brenes.

Las aplicaciones de estas soluciones tecnológicas son tan variadas como los sectores que pueden abarcar.

“Por ejemplo, a nivel bancario, todas las sucursales bancarias de una organización dentro de la cual están midiendo diferentes variables, que pueden ser ambientales, como temperatura, humedad, dióxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles, temas relacionados a calidad de aire, por ejemplo, niveles de luminosidad, niveles de ruido y además toda la parte de consumos, consumo de agua, consumo de energía principalmente, consumo de combustibles”, explicó Brenes.

De todo ese conjunto de datos se puede tener una lectura centralizada y completa en un “dashboard” que permite visualizar lo que sucede en el momento, pero también tomar decisiones a futuro mediante la aplicación de otras herramientas como analítica de datos e inteligencia artificial para el mantenimiento predictivo, preventivo y prescriptivo.

“En el sector salud estamos trabajando una aplicación muy interesante para los pacientes diabéticos, para que tengan información veraz y certificada por profesionales del área 24/7 donde pueden saber todo lo que necesitan saber sobre su padecimiento y sobre cómo actuar en determinadas ocasiones, de acuerdo a las dudas que vayan teniendo y si tienen que visitar un centro médico de manera inmediata o no”, comentó Brenes.

NextCurve Technologies marca diferencia en el mercado costarricense e internacional gracias a la complementariedad de su equipo de profesionales en diferentes áreas que trabajan en el desarrollo de software, desarrollo de hardware, analítica de datos y toda integración todas esas herramientas.

“Nosotros nos preocupamos mucho por las necesidades del cliente, no por salir a vender algo que se nos ocurrió y que queremos que todo el mundo simplemente vaya y lo compre, sino que nos preocupamos mucho por entender el problema del usuario, entenderlo perfectamente  y a partir de ahí crear una solución a la medida para que ese cliente”, agregó el gerente de NextCurve Technologies.

Otra gran diferencia que tiene NextCurve Technologies es la capacidad de crear, diseñar y prototipar en Costa Rica los equipos necesarios y específicos para su solución, los cuales pueden fabricarse masivamente si el cliente lo requiere.

Pero para Javier Brenes, el escuchar al cliente y ser honestos en las alternativas que la empresa puede brindarles es un elemento fundamental.

“Le somos muy honestos al cliente, a la persona, a la empresa, si nosotros somos realmente lo que él anda buscando o no, verdad, para no hacerlo perder su tiempo. Y yo creo que lo más importante es ser honestos en esa parte, siempre cuando trabajamos con personas que no necesariamente saben del área tecnología, orientarlos bien hacia aquello que necesitan”, enfatizó.

Historia

Hace más de 10 años, Javier Brenes y su hoy socio, Adolfo Cruz, compartieron su pasión e interés por el Internet de las Cosas, por lo que durante varios años maduraron la idea de crear una empieza que finalmente vio la luz a finales de 2019.

Pese a que pronto llegó la Pandemia de COVID-19 y los consiguientes cierres que paralizaron al país y al mundo, la nueva empresa empezó a recibir solicitudes de clientes interesadas en sus soluciones.

“Si a pesar de las circunstancias de cómo estamos actualmente, nos toca la puerta, el mercado viene a nosotros a buscarnos, creo que es ese momento de seguir y de alguna manera ver cómo podemos llegar al siguiente nivel para seguir la ruta que nos habíamos trazado desde el inicio. Y así fue”, recordó Brenes.

“Adolfo tenía su propia experiencia en el área de software, yo en el área hardware, nos faltaba el tema analítica de datos y ahí yo conocí también por negocios anteriores a nuestro otro socio Gabriel Trejos, quien es científico de datos y lo convencimos de venir al proyecto de arrancar con nosotros y así fue, comenzamos a trabajar en y bueno ya años posteriores se nos unió nuestro cuarto socio que es Jorge Solano que es experto en la parte de infraestructura y desarrollo de software”, agregó.

Ahora la empresa quiere darse a conocer más allá de las buenas recomendaciones que recibe de sus clientes, para que los diversos sectores tengan en cuenta que en Costa Rica existe una opción altamente especializada y personalizable a las necesidades de cada empresa.

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