fbpx
Conéctese con nosotros

¿Cómo te gustaría apoyarnos?

Imagen 1

Voluntario

Imagen 2

Autor

Imagen 3

Patrocinador

Imagen 4

Cliente

Imagen 5

Seguidor

Imagen 6

Analista

Juntos Nivelamos la Cancha

Política

El engaño del servicio al costo y su peso para el ciudadano

Avatar photo

Publicado

el

Tiempo de lectura: 5 min

RESUMEN

El proyecto “Ley de Modernización de la Regulación de Servicios” buscaba transformar la percepción y la regulación de los servicios públicos en Costa Rica, priorizando al usuario. Sin embargo, no solo enfrentó obstáculos en la Comisión de Asuntos Económicos de la actual Asamblea Legislativa, sino también la clásica resistencia de intereses sectoriales y partidarios tradicionales. Hoy, queremos señalaruna vez más la importancia de nuevas y modernas metodologías tarifarias para promover la eficiencia y la competencia, porque sin duda son cruciales para garantizar servicios equitativos y competitivos.

Al comienzo de mi mandato, introduje el proyecto de ley N.° 23198, denominado “Ley de Modernización de la Regulación de Servicios”, buscando reformar la Ley N.° 7593 de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (ARESEP). Esta propuesta no solo apuntaba a transformar la regulación de la prestación de servicios públicos, sino que también proponía un cambio fundamental en la percepción de estos servicios, pasando de una visión de servicios públicos a servicios económicos de interés general. Aunque este concepto más moderno y acorde a la doctrina moderna merece un análisis más profundo en futuras discusiones, es crucial para posicionar al usuario en el epicentro de las políticas públicas.

Sin embargo, este proyecto de ley, a pesar de ser un paso significativo hacia la modernización legislativa necesaria, se encontró con obstáculos significativos dentro de la Comisión de Asuntos Económicos. La combinación de un análisis deficiente, una comprensión técnica limitada por parte de los diputados y la presión ejercida por grupos de interés e instituciones, como el influjo perjudicial de los partidos tradicionales en este contexto, han archivado la iniciativa. Aunque se trataba de una reforma técnica compleja, es esencial para asegurar servicios de calidad y precios justos para los usuarios, poniéndolos verdaderamente al centro de la regulación.

La ley original de ARESEP, a través de su exposición de motivos, ya enfatizaba la intención del legislador de centrar la regulación en el bienestar del ciudadano, estableciendo una autoridad reguladora comprometida con la protección de los derechos de los usuarios. Se delinearon objetivos y obligaciones claras para armonizar los intereses de los consumidores con los de los prestadores, buscando el equilibrio y asegurando la calidad y eficiencia de los servicios. No obstante, precisamente por el accionar de los partidos añejos que siempre están protegiendo a sus sectores (más a los que les sirven en campaña electoral) la ley también impone limitaciones al regular estos servicios, enfocándose excesivamente en el equilibrio financiero de los operadores sin dar la debida importancia a la eficiencia económica en la prestación de servicios.

El “servicio al costo”, es la metodología principal para la fijación de las tarifas de servicios públicos e interpretado mayormente desde una perspectiva financiera y contable, ha demostrado ser una metodología restrictiva. Esta metodología no considera el costo económico óptimo, resultando en el traslado de ineficiencias de los proveedores a las tarifas finales, en detrimento de los usuarios. Además, la falta de comparación con estándares de eficiencia tanto nacionales como internacionales limita la capacidad de la ARESEP para promover la competencia y la eficiencia real.

Este modelo tarifario, también conocido como tasa de retorno, como se conoce en la regulación económica, permite que el regulador reconozca a los operadores una compensación basada en los costos contables y financieros de la empresa, incluyendo costos operativos, impuestos, depreciaciones, intereses y márgenes de utilidad, así como un “incentivo para el desarrollo”, como lo establece la metodología tarifaria actual en nuestro país, que es un estimado del costo total operativo más las inversiones de capital que la empresa haya realizado entre la última fijación y la que esté en trámite. Este incentivo o plus tarifario incorporado en la regulación tarifaria costarricense, resulta desventajoso, ya que elimina el incentivo de eficiencia y operación al costo mínimo de una compañía, debido a que, si el precio del incentivo es superior al costo del capital, la empresa no va a tener incentivos para invertir, como ocurre en el caso de las ineficiencias trasladadas a las tarifas de RECOPE y el ICE. 

Otra de las desventajas de este modelo tarifario es que el sistema hace difícil detectar la imposición de precios predatorios por parte de las empresas reguladas. Una empresa regulada puede tener incentivos para imponer subsidios cruzados en sus productos competitivos, fijando precios predatorios en otros servicios que presta. Este es el caso de los subsidios cruzados que se dan entre líneas de autobuses de una misma empresa. 

Este modelo tarifario también permite que se dé más fácilmente una “captura del regulador”. Además, se crean importantes ineficiencias financieras mediante las cuales, por ejemplo, se traslada el impacto financiero de la deuda de las empresas a las tarifas. También, este modelo tarifario infla una burocracia administrativa, pues requiere mucho tiempo en audiencias e investigación sobre los costos y la demanda del servicio, en evidente asimetría de información con los regulados. Ejemplo de ello es el dilema tarifario con las normas NIIF del Instituto Costarricense de Electricidad o la resistencia al cobro electrónico en el transporte público.

A lo largo de los años, la ley 7593 ha sufrido una serie de reformas, que, si bien han contribuido a la mejora regulatoria en la fijación de precios y tarifas, han sido insuficientes para lograr el objetivo de una regulación centrada en la eficiencia y en el usuario final eliminando definitivamente esta nefasta metodología. 

La negativa de la Comisión de Económicos a darle avance al proyecto 23198, que incluía novedosos mecanismos para la fijación tarifaria que buscaban emular la competencia más que regalarle la estabilidad financiera al proveedor del servicio y así poner en el medio al usuario, me motivó a presentar un proyecto más sencillo, bajo el expediente 24221, que simplemente introdujera estas metodologías de fijación tarifaria dejando de última la dichosa metodología de servicio al costo, solo aplicable cuando alguna de estas no pudiera ser utilizada.

El proyecto propone introducir metodologías de fijación tarifaria modernas que incorporen principios de eficiencia y competencia. Entre estas metodologías se encuentran:

  • Mejor en Clase (Best-in-Class). Esta metodología establece criterios de excelencia basados en el desempeño del prestador más eficiente. Estos criterios pueden relacionarse con niveles tarifarios, parámetros operativos y financieros, y calidad del servicio, entre otros.
  • Regulación por Objetivos. Permite establecer metas para la prestación del servicio, dejando a los prestadores la libertad de decidir cómo alcanzarlas. Esto fomenta la eficiencia y permite alinear los servicios con los objetivos de política pública.
  • Bandas Tarifarias. Introduce flexibilidad para que los prestadores gestionen comercialmente sus servicios, buscando eficiencia, incentivo de la demanda y ajuste a las condiciones económicas y del sector.
  • Precios Tope (RPI-X). Esta metodología fija las tarifas basadas en la inflación y un factor X que refleja las ganancias de productividad, incentivando a los prestadores a reducir costos y mejorar la eficiencia.
  • Empresas Comparables (Yardstick Regulation). Basa los precios en el desempeño de costos de empresas comparables, proporcionando incentivos fuertes para la reducción de costos.
  • Empresa Modelo o de Referencia. Utiliza una empresa ficticia eficiente como referencia para comparar costos, incentivando a los prestadores reales a alcanzar niveles óptimos de eficiencia.

Estas alternativas representan un avance significativo hacia una regulación que prioriza al usuario final, garantizando servicios eficientes y a precios justos. La resistencia a estos cambios modernos, impulsada en parte por la protección de intereses sectoriales y la influencia de partidos tradicionales (sobre todo el Partido Liberación Nacional), subraya la necesidad de un enfoque regulatorio más centrado en el bienestar del usuario.

La modernización de la regulación de los servicios públicos en Costa Rica es fundamental para garantizar que los intereses y derechos de los usuarios sean primordiales. La implementación de metodologías tarifarias modernas y eficientes permitirá una prestación de servicios más equitativa y competitiva, beneficiando a toda la población costarricense. La transición del enfoque de “servicio al costo” a modelos que incentiven la eficiencia y la calidad es crucial en este proceso. La legislación debe evolucionar para reflejar estos principios, asegurando que los servicios regulados satisfagan las expectativas de la sociedad en la era moderna.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Jorge Dengo Rosabal, Diputado. Abogado por la Universidad Escuela Libre de Derecho, MBA con énfasis en finanzas y mercadeo por la Universidad Latina, Máster en Derecho la Competencia por la Universidad de Melbourne, Australia; Experto en Derecho de Competencia por la Universidad Carlos III, España y especialista en análisis de políticas públicas por London School of Economica

Continuar leyendo
Haga clic para comentar

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Política

Competitividad: Entre el Estancamiento y la Oportunidad de Avanzar

Avatar photo

Publicado

el

Tiempo de lectura: 5 min

RESUMEN

Costa Rica enfrenta desafíos clave en educación, seguridad, empleo e infraestructura, pero también cuenta con avances en conectividad y formación técnica. Aprovechar estas oportunidades requiere reformas estratégicas para reducir desigualdades y potenciar su desarrollo.

Según el Cuarto Informe Nacional de Competitividad (ICN 2024), elaborado por el Consejo para la Promoción de la Competitividad, la situación de Costa Rica es crítica. Hoy en ALA LIBERAL abordaré, de manera general, las principales conclusiones de este informe.

En primer lugar, los datos reflejan un estancamiento preocupante. El promedio nacional de competitividad se mantiene en una nota de aplazamiento: 55.7 en una escala de 0 a 100

Esto evidencia que queda mucho por hacer para construir un entorno que le permita a las personas y empresas alcanzar su máximo potencial. Más inquietante aún es que este índice muestra una tendencia plana desde 2020, lo que debería encender todas las alarmas en los sectores público y privado.

Sin embargo, esta situación crítica también representa una oportunidad única. Al identificar los factores que inciden positiva y negativamente en nuestra competitividad, podemos implementar acciones concretas para fomentar un desarrollo más equitativo y sostenible.

Lo positivo: Avances que merecen destacarse

El informe identifica logros en áreas clave:

  1. Escolaridad media: Aunque solo el 30% de los adultos ha completado la secundaria, la cifra creció más de un punto porcentual en más de la mitad de los cantones. Este incremento es alentador, aunque insuficiente, y refleja el impacto de programas educativos enfocados en reducir la deserción escolar.
  2. Acceso a tecnología en educación: La mayoría de los centros educativos alcanzaron el nivel mínimo de ancho de banda necesario para el aprendizaje digital, fortaleciendo la infraestructura educativa y brindando herramientas modernas a estudiantes.
  3. Fortalecimiento de habilidades técnicas: El incremento en los graduados de educación técnica profesional responde a la demanda de habilidades prácticas en el mercado laboral y dinamiza los mercados locales.
  4. Redes de datos móviles: La calidad del internet móvil sigue avanzando, reduciendo la brecha digital en diversas regiones del país.

Estos avances constituyen una base sólida, pero no deben generar complacencia. Cada logro debe ser el punto de partida hacia metas más ambiciosas que impulsen la calidad de vida y la productividad.

Lo negativo: Factores que impiden alcanzar nuestro potencial

A pesar de los avances, persisten barreras significativas, especialmente fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM). Estos son los principales desafíos:

  1. Deficiencias en competencias básicas: Solo el 66% de los estudiantes alcanza un nivel intermedio o avanzado en pruebas estandarizadas, lo que evidencia una crisis educativa con implicaciones económicas a largo plazo.
  2. Inseguridad ciudadana: San José es el cantón más inseguro de la GAM, con una tasa de seguridad de apenas 42.7 puntos. En las regiones costeras, cantones como Garabito y Quepos enfrentan índices alarmantes de criminalidad, lo que afecta tanto la calidad de vida como la atracción de inversiones.
  3. Desigualdad Territorial: Las costas y fronteras, tema que he tocado al menos en una columna anterior, están quedando rezagadas, con niveles de competitividad muy por debajo de la GAM. Esto refleja una distribución desigual de recursos e inversiones, perpetuando ciclos de pobreza y exclusión en estas regiones.
  4. Reducción de Empleos Permanentes: Según el Sistema Nacional de Información y Registro Único de Beneficiarios del Estado (SINIRUBE), el empleo estable cayó de 2 millones a 1.7 millones, con un aumento de trabajos temporales y precarios. Este es un síntoma claro de una economía que no está generando suficientes oportunidades sostenibles, y en la que el sistema de Seguridad Social solo promueve la informalidad.
  5. Deficiencias en Infraestructura: El incremento en los tiempos de traslado y las frecuentes presas en carreteras subrayan el deterioro de la conectividad vial. Este factor afecta la productividad, eleva costos y frena la competitividad.

Líderes y rezagados: Una radiografía territorial

Los resultados del ICN 2024 confirman que la competitividad sigue siendo profundamente desigual entre regiones y cantones.

Los mejores indicadores se concentran en los cantones de la Gran Área Metropolitana (GAM). Encabezan la lista Belén, Heredia, Montes de Oca y Cartago, aunque incluso estos cantones no superan los 70 puntos en la escala de competitividad, dicho de otra forma, los mejores cantones en desempeño no pasan. Belén destaca con 69.9 puntos, gracias a su infraestructura desarrollada y adopción tecnológica. Heredia y Montes de Oca sobresalen por su dinamismo económico y calidad educativa.

Sin embargo, de los 21 cantones más competitivos, solo tres se encuentran fuera de la GAM: Grecia, Palmares y San Carlos. Este es un recordatorio de que el potencial productivo fuera del Valle Central aún está subaprovechado.

En contraste, los rezagados se concentran en las costas y las fronteras. Cantones como Talamanca, Nandayure, y San Mateo se encuentran en las posiciones más bajas del índice, afectados por altos índices de inseguridad, acceso limitado a servicios básicos y una infraestructura deficiente. La situación en cantones como San Mateo es especialmente preocupante: este experimentó la mayor caída en competitividad (-6.4 puntos) debido a una fuerte disminución en la esperanza de vida y la calidad de los servicios de salud.

Estos resultados revelan que, mientras unos pocos cantones avanzan en tecnología e infraestructura, otros continúan atrapados en ciclos de rezago social y económico.

Transformando retos en oportunidades

Abordar estos desafíos requiere una visión estratégica y decisiones audaces. A continuación, propongo algunas acciones concretas que, desde mi perspectiva, podrían marcar una diferencia:

  1. Reforma Educativa Integral: Costa Rica necesita una hoja de ruta para la educación que trascienda administraciones. Esto incluye modernizar los currículos escolares, invertir en formación docente, hacer evaluaciones periódicas y garantizar que todos los estudiantes reciban una educación integral que los prepare para los retos del siglo XXI.
  2. Seguridad Ciudadana como Prioridad Nacional: La inseguridad debe ser enfrentada con políticas públicas basadas en datos, que combinen estrategias preventivas y represivas. No según el parecer de los sectores, sino con datos señores, datos. Es necesario fortalecer las capacidades de las municipalidades y promover programas de integración social en las comunidades más afectadas.
  3. Desarrollo Regional Equitativo: Es urgente implementar incentivos fiscales y programas de inversión pública para fomentar el desarrollo económico en las costas y fronteras. Esto no solo reducirá desigualdades, sino que también liberará el potencial productivo de estas regiones. 
  4. Promoción de Empleo Formal: Las políticas laborales deben enfocarse en fomentar la estabilidad y la formalización del empleo, apoyando a las pequeñas y medianas empresas con capacitación, financiamiento y acceso a mercados. A muchos les dará un faracho, pero sin importar tamaño de empresa o de operación de trabajador independiente las cargas de la seguridad social deben disminuirse con miras a aumentar la formalidad. Solo en el sector de trabajadores independientes hay un porcentaje enorme de personas, cercano a la mitad, que no están inscritos en la CCSS.
  5. Infraestructura Estratégica: Es indispensable priorizar proyectos de infraestructura que impacten directamente la competitividad, como la modernización de carreteras, los trabajos de renovación en nuestros puertos, la mejora del transporte público y la expansión de redes de internet de alta velocidad (5G para mañana, por favor).

Hacia una Costa Rica más competitiva

La competitividad no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la calidad de vida de la población. Cada punto del informe ICN 2024 debe ser visto como una oportunidad para reflexionar y actuar. El estancamiento en el que estamos inmersos no es irreversible, pero requiere que abandonemos la complacencia y asumamos con seriedad los cambios necesarios.

Desde esta columna, invito a los tomadores de decisiones, al sector privado y a la ciudadanía en general a que se involucren activamente en este proceso. Solo trabajando juntos podremos construir una Costa Rica más justa, equitativa y competitiva. 

El momento de actuar es ahora.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Continuar leyendo

Política

Modernización del régimen de condominios: Un paso urgente

Avatar photo

Publicado

el

Tiempo de lectura: 5 min

RESUMEN

El proyecto de ley 24,640 propone modernizar la gestión de los condominios en Costa Rica, agilizando la toma de decisiones, mejorando la gobernanza y eliminando ambigüedades legales. La iniciativa busca fomentar los condominios de interés social, facilitar asambleas virtuales y otorgar personalidad jurídica a estas comunidades, promoviendo así un entorno más eficiente y adaptado a las necesidades actuales de vivienda urbana.

El régimen de propiedad en condominio en Costa Rica ha evolucionado significativamente desde su establecimiento en 1966, convirtiéndose en un pilar esencial para el desarrollo urbano y la vivienda. Sin embargo, como todo sistema que crece y se adapta, enfrenta desafíos que requieren soluciones contemporáneas. La diputada Daniela Rojas y otros diputados acaban de presentar el proyecto de ley 24,640 que busca abordar de manera integral las limitaciones del marco normativo vigente, fortaleciendo la gobernanza de los condominios y adaptándolos a las necesidades actuales. 

Este es un proyecto que en mi opinión podría avanzar en estas sesiones extraordinarias dado que, entre los diversos actores que se ven sujetos a esta normativa, hay un consenso generalizado por mejorar la gobernanza y modernizar aspectos claves de esta ley. 

La regulación vigente, aunque funcional en su momento, no refleja plenamente las realidades actuales de la vida en condominio ni su evolución. 

El régimen se encuentra en una encrucijada, con problemas que amenazan su efectividad, desde obstáculos en la gobernanza hasta limitaciones en la representación y toma de decisiones en las asambleas de condóminos.

Fortalecimiento de la Gobernabilidad

Uno de los problemas más evidentes es la dificultad para alcanzar el quórum necesario en las asambleas de condóminos, debido a la baja participación de los propietarios. Esta situación genera parálisis en la toma de decisiones y obstaculiza mejoras o ajustes necesarios para una adecuada administración. En muchos casos, la falta de quórum permite que minorías desinteresadas bloqueen avances importantes, afectando negativamente a la comunidad.

El proyecto de ley propone cambios esenciales para mejorar la gobernanza de los condominios, incluyendo ajustes que permitirán a las administraciones y asambleas tomar decisiones de manera más ágil y efectiva. Por ejemplo, modifica los requisitos de votación, permitiendo que ciertas decisiones se tomen con el consenso de dos tercios de los votos en lugar de requerir unanimidad. Esto reduce la posibilidad de que decisiones importantes se vean truncadas por la inasistencia o desinterés de algunos condóminos, promoviendo mayor participación y compromiso.

Claridad Jurídica y Resolución de Ambigüedades

El sistema vigente también enfrenta desafíos debido a la falta de claridad en ciertas disposiciones legales, como las interpretaciones diversas y contradictorias de la reforma del artículo 27 introducida en 2022. Esta ambigüedad ha generado confusión, especialmente en cuanto a la retroactividad de la normativa, manteniendo a muchos condominios en una situación de incertidumbre.

El proyecto de ley establece un enfoque claro y uniforme, garantizando que las modificaciones se apliquen de forma consistente a todos los condominios, independientemente de su fecha de creación. 

Esto resolverá las ambigüedades jurídicas y ofrecerá un marco más estable y confiable para la administración de los condominios. En un contexto donde la seguridad jurídica es vital para la confianza de los propietarios, esta disposición aporta tranquilidad y facilita el desarrollo de proyectos en condominio bajo un marco regulatorio previsible.

Fomento a los Condominios de Interés Social

Los condominios de interés social se han convertido en una respuesta eficiente ante la creciente demanda de vivienda y la limitada disponibilidad de terrenos en zonas urbanas. Este modelo ofrece una alternativa viable para que familias de bajos ingresos accedan a una vivienda digna, aprovechando de manera óptima el espacio y promoviendo la cohesión social en comunidades densamente pobladas.

El proyecto de ley busca incentivar este tipo de desarrollos, proponiendo regulaciones que faciliten su gobernanza y promuevan su expansión. De esta forma, se crea un marco de apoyo para que proyectos de interés social en condominio florezcan y contribuyan a satisfacer las necesidades habitacionales del país, alineándose con los objetivos de desarrollo sostenible y acceso equitativo a la vivienda. Esto tiene un impacto social significativo, pues permite que las familias beneficiarias vivan en entornos organizados, bien administrados y con acceso a servicios esenciales.

Fortalecimiento de la Administración y Autonomía de los Condominios

La administración eficiente de los condominios es clave para su éxito. El proyecto de ley aborda la necesidad de una gestión profesionalizada, permitiendo a los condominios funcionar con mayor autonomía y eficiencia. Introduce, por ejemplo, la figura de personalidad jurídica para los condominios, lo que les permite actuar como entidades independientes en actos jurídicos y administrativos, sin depender exclusivamente de la representación de propietarios individuales.

Esta medida no solo profesionaliza la administración, sino que también proporciona un marco legal que respalda sus operaciones y decisiones. Al otorgarles personalidad jurídica, los condominios pueden adquirir bienes, gestionar contratos y defender sus intereses en instancias judiciales, lo cual es crucial para su desarrollo y sostenibilidad a largo plazo. Asimismo, se reconoce el derecho de los condominios a fijar el plazo del nombramiento del administrador, promoviendo mayor estabilidad y mejorando la rendición de cuentas.

Impulso a la Innovación y Flexibilidad en el Desarrollo de Condominios

El proyecto de ley también introduce disposiciones para adaptarse a nuevas formas de desarrollo inmobiliario y al uso de tecnologías digitales, como la incorporación de asambleas virtuales. Esta es una respuesta directa a la evolución de los estilos de vida y las necesidades de los propietarios en un contexto de creciente digitalización. 

La posibilidad de realizar asambleas virtuales facilita la participación de un mayor número de condóminos y moderniza el proceso de toma de decisiones, haciéndolo más accesible y eficiente.

Además, la propuesta de permitir la constitución y desarrollo de condominios en etapas es una herramienta innovadora que beneficia a desarrolladores y futuros propietarios, facilitando la creación de proyectos inmobiliarios flexibles que se adapten al crecimiento gradual de la demanda. Esta flexibilidad es especialmente valiosa en contextos de alta incertidumbre económica, permitiendo ajustar la expansión de los condominios conforme a las condiciones del mercado y a la demanda habitacional, sin necesidad de realizar trámites engorrosos para cada etapa.

Conclusión

La Ley para la Buena Gobernanza y la Modernización de la Propiedad en Condominios representa una reforma integral y necesaria para el régimen de propiedad en condominio en Costa Rica. La propuesta aborda los principales retos del sistema actual, desde problemas de gobernanza y claridad jurídica hasta la necesidad de fomentar proyectos de interés social y facilitar el desarrollo de condominios en etapas.

Su aprobación no solo modernizará el régimen, sino que también constituirá un paso firme hacia una estructura de propiedad en condominio más justa, eficiente y acorde con los tiempos modernos. Es una legislación que responde a las necesidades actuales de los ciudadanos, promueve la participación y facilita la gobernanza de los condominios, contribuyendo a una mejor calidad de vida para todos los costarricenses que eligen esta modalidad de vivienda.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Continuar leyendo

Política

Una Constituyente para el siglo XXI: ¿necesidad o riesgo?

Avatar photo

Publicado

el

Tiempo de lectura: 6 min

RESUMEN

El debate sobre una Asamblea Constituyente en Costa Rica se ha intensificado con el tiempo, ya que algunos sectores consideran que el sistema actual no puede responder a los desafíos de una sociedad moderna. Este análisis profundiza en las consecuencias de reformar la Constitución: desde la posibilidad de una mayor representatividad y un sistema educativo que fomente el pensamiento crítico, hasta los riesgos de polarización y la manipulación de la historia para justificar intereses políticos. ¿Realmente una nueva Constitución puede resolver los problemas del país o es un camino lleno de incertidumbre?



Una Asamblea Constituyente implica reflexionar sobre el momento histórico que atraviesa el país.

Este es un tema complejo y sensible, a menudo abordado desde una perspectiva emocional y visceral en lugar de académica o reflexiva. ALA LIBERAL busca ser un espacio de análisis y propuesta alejado de las discusiones impulsivas que dominan la política tradicional, donde la madurez para debatir se sustituye con frecuencia por epítetos y descalificaciones. El debate sobre una Asamblea Constituyente no tiene una respuesta absoluta; no es blanco o negro, sino una cuestión con múltiples matices de gris. 

Sin embargo, es indudable que en los últimos años esta idea ha ganado terreno, promovida por sectores que consideran que el pacto político, económico y social del país ha quedado rezagado y es incapaz de responder a las nuevas realidades de una sociedad dinámica, moderna y cambiante.

La mera convocatoria de una Asamblea Constituyente implica reflexionar sobre el momento histórico que atraviesa el país y sobre los objetivos que se buscan alcanzar con un cambio profundo en la Carta Magna.

A raíz de una presentación reciente organizada por Primera Línea del historiador Andrés Fernández, y los argumentos que expone sobre la manipulación de la historia y los mitos políticos en Costa Rica, me surgió la pregunta de si una Constituyente es realmente la solución que el país necesita o si, por el contrario, podría profundizar sus problemas. 

Esta charla es sumamente interesante, y para quienes no la vieron en vivo, aquí incluyo el enlace. Andrés es un historiador riguroso y sin rodeos, lo cual se evidencia en esta sesión. De lo que se comenta ahí, hay cinco puntos con los que se argumenta la necesidad de una Asamblea Constituyente.  Profundizo a continuación en cada uno de ellos.

1. Superación de un marco constitucional obsoleto

Uno de los argumentos más sólidos a favor de una Asamblea Constituyente es la necesidad de actualizar una Constitución que data de 1949. En ese entonces, Costa Rica emergía de una guerra civil y la prioridad era consolidar un nuevo orden institucional que garantizara la paz. Este marco sirvió bien a su propósito en un contexto de posguerra, pero las condiciones actuales del país son radicalmente distintas. 

La Constitución de 1949 buscaba consolidar un nuevo pacto social, pero hoy los desafíos trascienden lo político: la creciente desigualdad, la erosión del sistema educativo y de salud, y la falta de una estrategia económica que promueva el desarrollo sostenible, son problemas que exigen respuestas más allá de las que el texto actual puede proporcionar.

Andrés Fernández

Una Asamblea Constituyente podría ofrecer la oportunidad de diseñar un marco fundamental que incorpore estos desafíos y redefina las competencias del Estado para responder mejor a las necesidades contemporáneas.

2. Revisión de las autonomías constitucionales y la centralización estatal

Otro argumento relevante es la necesidad de descentralizar el poder político y económico. Desde la creación de la Segunda República, instituciones como la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), las universidades públicas y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) han concentrado un poder desmesurado. Aunque han sido fundamentales en la historia del país, hoy operan de manera autónoma y sin coordinación con otras políticas públicas.

Reformar estas instituciones dentro de un marco coherente podría hacer que el Estado funcione como un aparato bien engranado y alineado hacia un fin común.

No obstante, se debe evaluar si el país está preparado para un proceso de este tipo sin caer en la polarización extrema. La intervención de estas instituciones no debe interpretarse como un debilitamiento del Estado, sino como una reestructuración que permita una mayor coherencia en las políticas de desarrollo. 

3. Desmantelamiento de mitos históricos

Uno de los puntos más interesantes que plantea Fernández es la forma en que los partidos políticos tradicionales han utilizado mitos históricos para justificar su permanencia en el poder y sus decisiones políticas.

La abolición del ejército en 1948, por ejemplo, se ha presentado como una especie de acto heroico que convirtió a Costa Rica en un “ejemplo de paz” en América Latina. Sin embargo, Fernández argumenta que esta medida también se implementó para consolidar el poder de José Figueres y evitar la amenaza de futuros golpes de Estado. Así, la abolición del ejército fue un acto que, aunque promovido bajo el discurso de la paz, también respondió a intereses políticos de mantener el control del país.

Del mismo modo, el concepto de la “Segunda República” ha sido empleado por el Partido Liberación Nacional (PLN) y otras fuerzas políticas para justificar la supremacía de su visión y excluir del debate a otras voces. Fernández critica este uso de la historia, la cual se convierte en una herramienta de legitimación que ha impedido que se debatan abiertamente otros modelos de desarrollo y gobernanza.

Una Asamblea Constituyente podría ser el espacio ideal para confrontar estos mitos y para desmantelar la narrativa oficial que ha dominado el imaginario político costarricense. Sin embargo, esto conlleva el riesgo de que el proceso se convierta en un campo de batalla ideológico, donde cada grupo intente imponer su propia versión de la historia en la nueva Constitución.

El peligro radica en que el debate histórico se utilice como un instrumento de poder, en lugar de servir para construir un proyecto de país inclusivo y representativo. 

4. Reformar el sistema educativo para promover una ciudadanía crítica

Fernández menciona con preocupación la manera en que el sistema educativo y las instituciones culturales del país han sido cooptados por ciertas ideologías que distorsionan la historia y promueven una visión simplista de los problemas del país. En este sentido, una Asamblea Constituyente podría ser la oportunidad para reformar profundamente el sistema educativo, no solo en cuanto a la estructura y el contenido, sino también para garantizar que se convierta en un verdadero motor de pensamiento crítico e independiente.

No obstante, es ingenuo pensar que una nueva Constitución, por sí sola, podrá reformar un sistema educativo que ha sido moldeado durante décadas. Los cambios requerirían más que un nuevo marco legal; se necesitaría una transformación cultural y una reestructuración institucional que no necesariamente pueden lograrse a través de una Asamblea Constituyente.

Si no se aborda con la seriedad que requiere, la Asamblea podría convertirse en una plataforma para imponer ideologías aún más polarizadoras, en lugar de abrir un espacio para la diversidad de pensamiento. 

5. Promover una mayor representatividad y participación ciudadana

Finalmente, una Asamblea Constituyente podría ayudar a reformar el sistema político para garantizar una mayor representatividad. El sistema electoral actual ha sido diseñado de manera que favorece a los partidos tradicionales, dificultando la entrada de nuevas fuerzas políticas y manteniendo a la clase política en una suerte de monopolio de poder.

La creación de nuevos mecanismos de participación ciudadana podría revitalizar la democracia costarricense y darle voz a sectores históricamente excluidos. Sin embargo, este es un proceso delicado que requiere un equilibrio entre la representación y la gobernabilidad.

La proliferación de partidos y movimientos podría llevar a una fragmentación extrema del poder, haciendo aún más difícil alcanzar consensos y mantener la estabilidad política del país. Además, es importante recordar que una Constituyente no es una panacea que resolverá automáticamente los problemas de representatividad y participación. Si no se manejan adecuadamente, las reformas electorales podrían llevar a un sistema más disfuncional y menos capaz de generar soluciones a los problemas reales del país. 

Conclusión

La idea de una Asamblea Nacional Constituyente para Costa Rica es, sin duda, atractiva. Una idea con la cual comulgo y que considero necesaria ante realidades innegables como la inminente extinción del sistema de seguridad social. No por estar tomado por mandos medios o sindicales, no por tener una estructura amorfa sin una debida gobernanza, sino por una realidad sociodemográfica

Costa Rica está envejeciendo y nuestro sistema de Seguridad Social supone una sociedad joven. Esta no es la realidad de nuestro país. El otro día participé de una charla donde se compartió que dadas las proyecciones de natalidad en nuestro país, Costa Rica no va a alcanzar los seis millones de habitantes. Eso anticipa una sociedad envejecida donde el sistema de seguridad social debe cambiar. 

La idea de una Asamblea Constituyente, ofrece la posibilidad de reformar profundamente el Estado y su funcionamiento, de revisar la historia y de actualizar las instituciones a las realidades contemporáneas. Sin embargo, el camino hacia una Constituyente no está exento de peligros. 

La convocatoria de una Asamblea debe hacerse con una visión clara de los objetivos a alcanzar y con la certeza de que no se convertirá en un espacio de imposición ideológica o en un campo de batalla entre grupos de poder. 

Costa Rica debe reflexionar detenidamente sobre si está preparada para enfrentar el reto de una Asamblea Constituyente y sobre si existen otras vías, quizás menos disruptivas, para lograr las reformas que el país necesita. Pero para eso se requiere madurez. No solo emocional, sino profesional. 

Una Constitución no es solo un documento legal; es la expresión de un consenso social

Antes de cambiarla, es necesario preguntarse si realmente se cuenta con el consenso necesario, y las ideas correctas, para construir una nueva y mejor visión de país.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Continuar leyendo

Trending