Política

Perspectivas 2025: Gobernar entre retos estructurales

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Tiempo de lectura: 5 min

RESUMEN

Costa Rica inicia el 2025 enfrentando unas elecciones desafiantes y serios problemas estructurales en seguridad, educación,salud e infraestructura. La polarización política, instituciones lentas y limitaciones históricas complican la gobernanza, demandando consenso, planificación a largo plazo y participación ciudadana. Resolver estos retos requiere enfoques integrales y compromisos sostenidos, más allá de ciclos políticos y narrativas mediáticas.


El inicio del 2025 encuentra a Costa Rica en un momento crucial para su política y gobernanza. Frente a las elecciones más complejas hasta ahora, el país enfrenta desafíos en seguridad, educación, salud, infraestructura, etc. lo que hace que surjan preguntas fundamentales sobre el papel de las instituciones, la capacidad del Gobierno para ejecutar políticas públicas y el impacto de nuestras debilidades estructurales en el desempeño gubernamental.

Si bien es fácil criticar los resultados de una administración, es imprescindible comprender el contexto en el que ésta opera. En muchos sentidos, los defectos estructurales de Costa Rica —acumulados durante décadas “socialdemócratas”— presentan una barrera significativa para cualquier gobierno, independientemente de su popularidad, visión o liderazgo.

Un contexto desafiante para gobernar

El Gobierno actual enfrenta un panorama complejo, marcado por la herencia de problemas históricos que dificultan la implementación de soluciones eficaces y sostenibles. Áreas críticas como la educación, la infraestructura y la salud han sufrido décadas de rezago estructural que no pueden resolverse en un solo ciclo administrativo.

Por ejemplo, en educación, la falta de un plan estratégico a largo plazo ha creado vacíos en la calidad del sistema. Las brechas educativas en zonas rurales y urbanas persisten, y la desconexión entre la oferta educativa y las necesidades del mercado laboral evidencia un modelo desactualizado, el cual obliga a regalar dinero a las universidades públicas para fomentar carreras que no corresponden con las demandas del mercado. Además, la ausencia de datos confiables y accesibles, para los actores académicos y sociales, añade una capa adicional de complejidad.

En infraestructura, los problemas son igualmente profundos. Obras públicas de baja calidad o inacabadas, como la Punta Norte de la Ruta 39, reflejan la dificultad de avanzar en un sector marcado por trámites burocráticos, presupuestos insuficientes y escasa planificación a largo plazo. Según datos oficiales, la inversión en infraestructura en los últimos años ha sido una de las más bajas en décadas, un desafío que trasciende la administración actual.

En salud, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) enfrenta problemas que han sido señalados durante años: corrupción, toma sindical, listas de espera interminables y una crisis de recursos humanos. Estos obstáculos estructurales no son nuevos, pero se han intensificado con el tiempo, afectando la percepción de las capacidades estatales para garantizar derechos básicos.

Popularidad y desempeño: ¿un divorcio inevitable?

El fenómeno de la “paradoja de la popularidad” ha sido clave para entender la dinámica actual de la política costarricense. Este concepto describe la desconexión entre el respaldo popular del cual disfruta un gobierno y las críticas sobre su desempeño en áreas clave. 

Según estudios recientes, el presidente mantiene niveles altos de aceptación, pero gran parte de la ciudadanía percibe que los resultados en áreas como la seguridad y la infraestructura no cumplen con las expectativas. No obstante, sería injusto atribuir esta paradoja únicamente a una falta de acción gubernamental. 

Gobernar Costa Rica en el contexto actual implica navegar entre los límites de instituciones lentas, procesos administrativos arcaicos y una ciudadanía cada vez más exigente. 

La polarización política también juega un papel importante, dificultando la búsqueda de consensos y convirtiendo en una batalla cada decisión o política pública. El Ejecutivo ha demostrado destreza en el manejo de las narrativas, estableciendo una agenda pública que, semana tras semana, logra captar la atención de la ciudadanía. 

Sin embargo, esta estrategia enfrenta un doble filo: por un lado, mantiene la relevancia política y refuerza la percepción de cercanía con la población; por otro, puede dar la impresión de que los problemas estructurales se relegan a un segundo plano.

Los obstáculos estructurales y su impacto en la gobernabilidad

Gran parte de las críticas hacia el desempeño gubernamental ignoran un punto central: los defectos estructurales del país limitan la capacidad de cualquier administración para poner en marcha cambios profundos y sostenibles.

Por ejemplo, la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad enfrenta un sistema judicial y de seguridad pública sobrecargado. Los índices de criminalidad han alcanzado cifras récord, con niveles históricos de homicidios. Este problema, aunque alarmante, no puede resolverse de manera aislada, ya que requiere un enfoque integral que incluya educación, oportunidades económicas y eficiencia institucional.

En infraestructura, la burocracia y la falta de coordinación entre instituciones han frenado proyectos esenciales. A pesar de los esfuerzos del Ejecutivo para avanzar en esta área, el rezago acumulado y las limitaciones presupuestarias presentan retos significativos.

La educación, por su parte, necesita más que simples políticas de corto plazo. Requiere una transformación estructural que trascienda ciclos políticos y se enfoque en la calidad, equidad y modernización del sistema.

Lo que Costa Rica necesita en 2025

En lugar de buscar culpables, el enfoque debe estar en identificar soluciones. 

Costa Rica necesita un debate público que vaya más allá de las narrativas mediáticas y se enfoque en los problemas reales y sus soluciones estructurales. Necesita personas serias y técnicas en esta nueva campaña electoral. Para lograrlo, debemos priorizar tres pilares fundamentales:

  • Consensos políticos. La oposición y el Gobierno deben superar la polarización y encontrar puntos en común para avanzar en políticas públicas significativas.
  • Planificación a largo plazo. Es crucial establecer estrategias que trasciendan administraciones y permitan avances sostenidos en áreas clave como educación e infraestructura.
  • Participación ciudadana. La ciudadanía tiene un papel central al exigir transparencia, evaluar objetivamente las acciones gubernamentales y participar activamente en la construcción del país.

Un llamado a la perspectiva

Es fácil criticar desde la distancia. Sin embargo, entender el contexto en el que opera el Gobierno es clave para una evaluación justa. Gobernar Costa Rica no es sencillo: las expectativas ciudadanas son altas, los desafíos estructurales son profundos y la polarización política dificulta la acción colectiva.

Para que Costa Rica avance, necesitamos un enfoque colectivo que reconozca que los problemas estructurales no tienen soluciones mágicas.

Estos desafíos, por su complejidad, requieren un compromiso sostenido, no solo del Gobierno, sino de todas las fuerzas políticas, económicas y sociales.

El 2025 es un año de retos, pero también de oportunidades. Aprovecharlas requiere un esfuerzo compartido y la disposición de todos los sectores para construir un futuro más sólido, equitativo y sostenible para el país.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

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