Política
¿Asistencialismo o empoderamiento?
RESUMEN
Nos han hecho creer que hay muchas opciones políticas, pero los resultados siguen siendo los mismos: dependencia, frustración y estancamiento. Algunos países decidieron salirse del molde y apostar por algo distinto. ¿Qué pasa cuando, en lugar de regalar, se empieza a empoderar? Educación, salud, emprendimiento y hasta sentido común… a veces, la solución no es inventar más, sino copiar bien.
¿Realmente estamos eligiendo?
En el mundo de la política, nos encontramos con una variedad de ideologías, banderas y políticos que, a veces, son tan diferentes como dos gotas de agua. Sin embargo, a los electores les venden la idea de que están votando por opciones diversas, lo que genera confusión. Y, por supuesto, después de unas elecciones sin cambios significativos, la frustración y la ira los invaden.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Una opción es escudriñar las propuestas de cada uno, porque ahí reside la verdadera diferencia: mientras unas promueven el asistencialismo, otras fomentan la independencia ciudadana.
Educación y salud: el verdadero empoderamiento
En Latinoamérica, el asistencialismo ha sido la fórmula mágica. El resultado: un reparto desigual de pobreza, desempleo y desesperanza. ¡Un verdadero bufé de calamidades! Mientras tanto, algunos países han decidido darle una vuelta de tuerca al sistema y enfocarse en empoderar a sus ciudadanos; los resultados han sido sorprendentes.
Uno de los pilares fundamentales de esos países es la educación. En lugar de confiar en sistemas estatales ineficientes, han optado por la privatización de la operación de los centros educativos, cuidando que se garantice el servicio para todos. Esto ha permitido una mayor flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades cambiantes de los estudiantes.
Singapur es un ejemplo destacado de ese enfoque. Su sistema educativo, operado principalmente por entidades privadas, ha logrado altos estándares de calidad y uniformidad. Los estudiantes están equipados con habilidades relevantes para el siglo XXI, lo que les da una ventaja competitiva en el mercado global.
En el caso de la salud, mientras en otros lugares se reza para que el sistema estatal no colapse, algunos países han encontrado la respuesta en la colaboración entre el sector público y privado.
Nueva Zelanda combina hospitales estatales con proveedores privados, y ha logrado brindar acceso equitativo a servicios médicos de alta calidad. Además, la competencia ha incentivado la innovación y la eficiencia.
Sentido común en las políticas públicas
El empoderamiento va más allá de la educación y la salud. También se refleja en políticas que promueven la igualdad de oportunidades. Países que han apostado por el apoyo a emprendedores y empresarios han visto un aumento en el empleo y el crecimiento económico.
Y no podemos ignorar un punto clave: las mujeres también son parte de la ecuación. Representan la mitad de la población económicamente activa, y su incorporación al mercado laboral no solo es sensata, sino un acto de sentido común.
¿Qué tal si dejamos de hacer que sea más caro contratar mujeres que hombres? Mejor, ofrezcamos apoyo real: centros de cuido, jornadas de tiempo parcial, y sí, ¡cubrir el 100% de la incapacidad por maternidad! No hay razón para impedirles brillar con luz propia.
¿Por qué seguir corriendo hacia el abismo?
El cambio hacia un gobierno que empodera a sus ciudadanos ha demostrado ser una estrategia ganadora. Pero no es un camino fácil. Se requiere una ciudadanía informada y consciente, porque los políticos tradicionales prefieren mantener dependencias para dominar fácilmente.
Copiemos a quienes han logrado romper con el ciclo del asistencialismo. Así construiremos un país donde todos puedan progresar libremente.
La conclusión es simple: si el asistencialismo nos ha llevado al borde del precipicio, ¿por qué seguimos persiguiendo el abismo con tanta determinación? No tengamos miedo de ser ciudadanos empoderados, independientes y responsables. Después de todo, la libertad de elegir es lo que le da sabor a la democracia.
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