Opinión

Estonia: el giro ideológico que transformó su realidad socioeconómica

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Después de conocer el caso de éxito de Letonia, es de interés estudiar con más detenimiento el fenómeno postcomunista que afectó positivamente al resto de los países bálticos. En este texto se expondrán detalles interesantes sobre Estonia, caracterizada como “la economía postsoviética más libre del mundo”. Dicha posición se llegó a entender tras la caída del bloque soviético a inicios de los años noventa, después de décadas de políticas estatistas que sencillamente nunca funcionaron. Este giro de 180° consistió en desarrollar estrategias para asegurar la estabilidad y mantener el crecimiento de la economía, mediante la garantía que se ha dado a los inversionistas y el ambiente propicio para el desarrollo de los negocios. Lo anterior le permitió convertirse en uno de los países más modernos del mundo en cuanto al desarrollo de tecnologías de la información.

Calificado como un verdadero “milagro económico”, este pequeño país consiguió convertirse en un imán para la atracción de empresarios e inversionistas de todo el mundo. Gracias a su política fiscal en pro de la empresa, ha apostado plenamente por el desarrollo de tecnología informática. Es un pionero en el uso de criptomonedas y ha promulgado una de las primeras legislaciones de monedas virtuales del mundo. Y, por supuesto, tiene una de las conexiones a Internet más rápidas del planeta.

Este país es una verdadera potencia tecnológica, famosa por desarrollar toda una infraestructura online única, lo cual les permite a sus ciudadanos acceder a todo tipo de sitios web estatales, servicios y demás información que puedan necesitar. El pago de impuestos, el registro de empresas y prácticamente cualquier otra actividad relacionada con la administración pública, puede realizarse en línea y con mucha menos burocracia que por las vías tradicionales. Todo esto se ha logrado gracias al grado de libertad que tienen sus ciudadanos. Según el último Índice de Libertad Económica elaborado por The Heritage Foundation, Estonia ocupa el sexto lugar en el ranking con una calificación de 78,1 (100 es el mayor puntaje de libertad). Se pueden destacar cinco pilares sobre los cuales se ha construido esta libertad:

Estabilidad política: 9

Estonia es un país democrático, con un gobierno de centroderecha amigable con las empresas. Su nuevo gobierno pretende continuar la política de apertura y amistad con las empresas extranjeras que han convertido a Estonia en uno de los principales centros de inversión de toda la Unión Europea (UE), así como un estandarte de la transparencia y la lucha contra la corrupción. El Índice de Transformación de Bertelsmann, en su informe de 2020, otorgó a Estonia una puntuación de 9,8 sobre 10 en la categoría de Transformación política, que concierne a elementos de participación, estabilidad de las instituciones democráticas e integración.

 Seguridad personal: 9

Tiene uno de los índices de delincuencia más bajos del mundo. En general, la delincuencia no es la principal amenaza para la seguridad personal. Según muchos portales de viajes y turismo, el mayor peligro se presenta en el tráfico vehicular, debido a la imprudencia de algunos conductores.

Impuestos: 10

Posee uno de los programas fiscales más atractivos del mundo para los inversores extranjeros, siguiendo la normativa de la UE sobre el impuesto sobre el valor añadido (IVA), pero es libre de fijar su propio impuesto. El país tiene un tipo de IVA estándar del 20 %, con un tipo reducido del 9 % para libros y material didáctico, medicamentos y equipos médicos, y en algunos casos, tan bajo como el 0 %, que se aplica a las exportaciones, a las entregas intracomunitarias de bienes y otros servicios.

Posee un impuesto de sociedades del 20 %. Sin embargo, solo se cobra cuando estos beneficios se distribuyen entre los accionistas de la empresa. El pago de este impuesto se pospone mientras los accionistas decidan no distribuir los beneficios como dividendos, lo que se traduce en un 0 % de impuestos sobre los beneficios no distribuidos y reinvertidos. Esta política fiscal forma parte de un elaborado plan para mantener un flujo constante de inversiones, y se aplica tanto a las empresas residentes en Estonia como a los establecimientos permanentes de empresas no residentes registrados en el país. Además, se ha asegurado de evitar la doble imposición con casi todos los países con los que hace negocios, dando respuesta a una de las principales preocupaciones del inversor extranjero.

En cuanto a los impuestos sobre propiedades, su régimen fiscal exime del pago del impuesto a las construcciones e inversiones realizadas en ese terreno o propiedad en cuestión, para garantizar la necesaria y segura inversión en él. Limita el pago del impuesto al espacio físico en el que se invierte, por lo que se paga por el terreno, no por lo que se hace con él.

Estilo de vida: 10

La sociedad en Estonia aprecia y respeta las ideas innovadoras, que persiguen el crecimiento y el desarrollo. Es un país limpio, muy educado y seguro, donde el trabajo duro y la conectividad a Internet son la clave del crecimiento.

Potencial de inversión: 10

El desarrollo de las telecomunicaciones se convirtió en la prioridad de Tallin desde que recuperó su independencia en 1991, por lo que se convirtió en su principal área de interés para los inversionistas. Se puede registrar una empresa sin estar realmente en el país. Empresas como Skype, Elenger, CIVITTA, entre otras, empezaron y mantienen su base de operaciones en Estonia.

Este país, ha abrazado las ideas democráticas y liberales, se ha convertido en uno de los principales promotores del libre mercado y de la inversión extranjera. Como inversor, y bajo ciertas condiciones, también se puede acceder a diferentes subvenciones gubernamentales para poner en marcha su nuevo negocio.

¿Qué lecciones muestra el exitoso caso de Estonia?

  1. Si claramente un modelo económico basado en ideologías de “justicia social” ha demostrado ser disfuncional a lo largo de la historia, decididamente se debe virar el rumbo y optar por modelos de desarrollo donde la distribución de la riqueza se basa en las oportunidades de trabajo e inversión que se generan a través de políticas públicas y no en discursos demagógicos populistas.
  2. El Estado debe procurar siempre ofrecer y mantener las condiciones necesarias de mercado para permitir el desarrollo de negocios y estimular las fuentes de trabajo y la creación del capital.
  3. Un Estado que procura la evolución económica y el bienestar permanente de sus ciudadanos, recurre a sistemas de simplificación tributaria y nunca aplicará políticas fiscales confiscatorias que asfixien al sistema productivo de una nación.
  4. Ser rico y generar riqueza no es un pecado. Todo lo contrario, el incentivo del trabajador, el empresario o el inversionista es obtener los mejores resultados económicos para poder mejorar su calidad de vida, generar nuevas oportunidades o ampliar su patrimonio. Esto impacta tanto su propio beneficio como el colectivo, al mejorar las condiciones de consumo e inversión.
  5. “No existe nada más caro que lo que te regala el Estado”, reza un sabio proverbio. El Estado no genera riqueza y, por tanto, todo lo que ofrezca o regale, fue o debe ser producido por un individuo o colectivo contribuyente. El gobierno estonio se ha ocupado de brindar las condiciones necesarias para que sus ciudadanos puedan construir riqueza con base en su trabajo, sin esperar que les regalen algo.
  6. Un país con limitaciones de espacio o desventajas geográficas, carencia de recursos naturales o debilidades industriales, no está condenado. Los factores de producción en el siglo XXI están basados en la aplicación de la tecnología, tanto a los procesos productivos, como a la creatividad y la innovación, convirtiéndolos en motores del desarrollo.

En definitiva, los países bálticos se han convertido en modelos ejemplares de crecimiento y desarrollo, donde el deseo de superación y bienestar se antepuso a la lástima autoinfligida sobre la cual comúnmente muchas sociedades, como la latinoamericana, se condenan al fracaso. Estos exitosos modelos de desarrollo deberían influir en la reflexión de las bases sobre las cuales se desea construir un país y analizar detenidamente si las políticas públicas emitidas desde las cúpulas de poder se acercan a estos objetivos como sociedad o, por el contrario, condenan al fracaso con el lema “pobrecitos nosotros”.

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