Opinión
La huelga de actores de Hollywood y el primer protagónico de la Inteligencia Artificial
El cine es apasionante, y me refiero no solo sus producciones, sino también a su industria. La huelga que ya se ha extendido durante dos semanas por parte de dos gremiales sindicales de actores (SAG y AFTRA), podría tener repercusiones muy significativas en la industria del entretenimiento, y pone sobre la mesa una serie de temas que evidencian cómo la tecnología está impactando múltiples aspectos de nuestra organización social.
Pero para empezar, un poco de historia. Hasta finales de los años cuarenta del siglo pasado, los “Big Five” de la industria (Paramount, Warner, 20th Century Fox, Metro-Goldwyn-Mayer y RKO) producían y distribuían sus películas bajo el denominado “sistema de estudios”, donde los directores, actores y otros trabajadores. eran contratados por un estudio específico para grabar las producciones que les eran asignadas. Más o menos como sucede hoy con el fútbol: fichaban con un equipo para jugar todos los partidos que indicara el entrenador. Este abultado equipo de actores de planta hizo que la producción de películas en aquella época haya sido bestial. Con este sistema los estudios también controlaban la exhibición de las películas por medio de sus propias cadenas de cine, con lo que mantenían un control de mercado sobre cuáles producciones se exhibían y cuáles no.
El sistema de estudios terminó por varias razones, pero la que resultó fundamental fue el caso “Estados Unidos vs. Paramount Pictures” de 1948, donde se declaró una violación al derecho de la competencia por existir una integración vertical que daba demasiado control de mercado a los estudios, por lo que los obligó a deshacerse de sus cadenas de cine. Esto cambió completamente la industria del cine en las décadas posteriores, le dio más poder a los actores, potencializó productoras que entonces eran más pequeñas (United Artists, Columbia y Universal) e incluso, sacó del mercado a una de las grandes: RKO.
Eso que sucedía hace setenta y cinco años, donde las productoras dominaban el mercado teniendo control de las salas de cine que exhibían sus películas, quizás se parece un poco al modelo actual de plataformas de streaming; quienes no solo producen su propio contenido, sino que también disponen de sus propios canales para proyectarlas. A esto se le suma una herramienta muy poderosa: las plataformas controlan también los datos de visualización del contenido y de las preferencias del público, lo que resulta clave en la industria, no solo porque permite tomar decisiones de producción y distribución, sino también porque las remuneraciones de actores y otros trabajadores de la industria, así como en particular las regalías de directores; suelen asociarse con esta data.
El modelo de streaming es precisamente, uno de los aspectos que los sindicatos de actores están cuestionando en la huelga de Hollywood, ya que el pago de sus regalías se ha visto disminuido con el declive de la televisión y de las salas del cine, así como con el “boom” de las plataformas, a quienes los huelguistas acusan de ser poco transparentes respecto de sus datos de visualización y ganancia de las producciones.
Pero la vinculación de la huelga de actores y la tecnología no se queda solo en las plataformas de streaming, sino que también tiene que ver con la inteligencia artificial, y el pánico colectivo de que esta tecnología reemplace a millones de trabajadores de la industria. Se habla del riesgo de que los contratos comiencen a incluir cesiones de derechos para que los estudios utilicen la imagen de los actores en producciones hechas con inteligencia artificial. Hemos visto adelantos del potencial de esta tecnología en producciones como The Irishman o más recientemente, con la última película de Indiana Jones, en donde un octogenario Harrison Ford vuelve a su plena condición física de los años ochenta gracias a estas tecnologías. De esto a que Indy siga estando en las pantallas incluso cuando Ford ya no esté en este mundo físico, es cuestión de tiempo.
Pero el riesgo no es solo para las primeras espadas del cine, sino también para otros trabajadores, como los extras o actores de relleno, o la producción de música o sonido, que podrían ser sustituidos completamente por creaciones de inteligencia artificial.
Las discusiones que se están presentando en la industria del cine no son exclusivas de ella, pero reciben una gran atención mediática al ser sus trabajadores figuras de alta exposición, y ser un sector mimado del Partido Demócrata. Se podría decir que es ludismo del Siglo XXI, humanos peleándose contra máquinas, pero en realidad la discusión va más allá de eso. Son “dolores de crecimiento” en donde distintas áreas de la regulación como el derecho laboral, de la competencia, o la propiedad intelectual, ofrecen soluciones analógicas para realidades digitales para las que no fueron concebidas.
Veremos en las próximas semanas si la huelga traerá repercusiones más allá de un atraso en el estreno de la próxima temporada de su serie favorita.