Ambiente
El rol de la infraestructura en la sostenibilidad
En un mundo donde la sostenibilidad se ha vuelto crucial, es necesario analizar el papel fundamental de la infraestructura en esta cuestión. Desde carreteras y hospitales hasta el suministro de agua y la agricultura, la infraestructura es esencial para satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
La sostenibilidad, definida como la capacidad de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las futuras, se ha convertido en un objetivo a largo plazo en todas las dimensiones: económica, social y ambiental. Sin embargo, es en esta última dimensión donde se encuentra la mayor amenaza: el cambio climático.
El cambio climático es un fenómeno complejo, con una alta incertidumbre en sus dinámicas e impactos. Mientras que algunos países pueden obtener beneficios a corto plazo, el mundo en su conjunto enfrenta graves desafíos. Para abordar este problema, existen dos enfoques principales: la mitigación y la adaptación.
Si bien ambos requieren infraestructura, es en la adaptación donde su papel es más relevante. Implica prever los impactos del cambio climático en una región y tomar medidas preventivas para desarrollar infraestructura resiliente.
La vulnerabilidad al cambio climático está determinada por variables ambientales como meteorología, hidrología, geología y comportamiento del mar, las cuales definen las amenazas que pueden agravarse o reducirse. También depende de las condiciones sociales y económicas de un país para enfrentar estas amenazas.
Es esencial que los responsables de políticas públicas realicen un análisis exhaustivo de estos procesos, especialmente en infraestructuras cruciales como carreteras, hospitales, telecomunicaciones, suministro de agua, saneamiento y agricultura. La evaluación de amenazas, vulnerabilidades e impactos del cambio climático debe considerarse en la planificación y el mantenimiento de la infraestructura.
Lamentablemente, la discusión global sobre el cambio climático ha estado plagada de desacuerdos y falta de compromisos creíbles por parte de los países emisores de gases de efecto invernadero. Esto ha perjudicado a los países más vulnerables, que ya enfrentaban dificultades desde antes de la Revolución Industrial. La falta de recursos y la incapacidad para prever los efectos del cambio climático siguen siendo desafíos urgentes.
Además de su papel en la dimensión ambiental, la infraestructura también es fundamental en la dimensión social de la sostenibilidad. Las inversiones en infraestructura de salud y educación permiten a la sociedad potenciar sus capacidades laborales, generando riqueza tanto para los individuos como para sus países. Una sociedad educada y saludable tiene un mayor potencial para generar valor a largo plazo, asegurando el bienestar de las generaciones actuales y futuras.
Sin embargo, muchos países han descuidado estas inversiones a largo plazo, centrándose en actividades de poco valor agregado o beneficios a corto plazo. Esto ha llevado a realidades muy distintas en países con condiciones similares en el pasado, como Noruega y Venezuela. Mientras Noruega ha invertido en una sociedad educada y próspera, utilizando los recursos generados por el petróleo en infraestructura de salud, educación y más, Venezuela enfrenta vulnerabilidad social y opresión.
En resumen, la sostenibilidad y el papel de la infraestructura son inseparables. Tanto en la dimensión ambiental como en la social, la infraestructura es esencial para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de un país. Es fundamental que los responsables de políticas públicas consideren estos aspectos y realicen inversiones adecuadas en infraestructura resiliente ante el cambio climático, asegurando así el bienestar