Política

Un Impulso Esencial para el Éxito Olímpico

Publicado

el

Tiempo de lectura: 6 min

RESUMEN

Al haber concluido los Juegos Olímpicos resulta oportuno evaluar el apoyo que se le da al deporte en Costa Rica y particularmente los recursos de los que se dispone para impulsarlo. El patrocinio del sector privado es fundamental y para aprovecharlo, uno de los puntos a revisar es la restricción a la publicidad de bebidas alcohólicas en actividades deportivas. ¿Qué tan válidos son los argumentos que la justifican?

Los Juegos Olímpicos culminaron, y es momento de agradecer profundamente el esfuerzo de nuestros atletas. Aunque en esta ocasión no se tradujo en medallas, su desempeño deja claro que Costa Rica cuenta con un potencial extraordinario. Sin embargo, hemos hecho poco para cultivarlo de manera efectiva a través de dos pilares fundamentales: la educación y, sobre todo, el financiamiento.

El éxito olímpico no solo refleja la habilidad atlética de los competidores; también es un indicador de las fortalezas subyacentes de una sociedad. 

Según un reciente artículo del Financial Times, los países que dominan el medallero son, en su mayoría, democracias prósperas con altos índices de desarrollo humano, con la excepción de China, cuya estructura es una compleja mezcla de autoritarismo y mercado abierto. Estas naciones no solo sobresalen en el ámbito deportivo, sino que también brindan a sus ciudadanos acceso a infraestructuras deportivas de calidad, entrenadores capacitados y programas de formación accesibles. Este entorno permite que una amplia mayoría participe en actividades deportivas, incrementando así las posibilidades de formar atletas de élite.

En este contexto, es imperativo explorar todas las posibles fuentes de financiamiento para potenciar el deporte, especialmente en países con restricciones presupuestarias. En Costa Rica, el patrocinio del sector privado, incluyendo la industria de bebidas alcohólicas, puede ser crucial. He defendido en el pasado, tanto por escrito como durante mi tiempo en la Asamblea Legislativa, que permitir y promover el patrocinio de bebidas alcohólicas en el deporte no solo elevaría el rendimiento de los atletas, sino que también facilitaría un desarrollo deportivo más integral a nivel nacional.

Es momento de dejar atrás los moralismos anacrónicos coloniales y los argumentos carentes de sustento científico en la formulación de políticas públicas. 

Un ejemplo recurrente de este pensamiento retrógrado es el temor infundado de que la publicidad de alcohol en actividades deportivas incitará a los menores a consumirlo. Con todo respeto, este argumento es, en mi opinión, una falacia. ¿Qué ocurre con las gigantescas vallas publicitarias de bebidas alcohólicas a las que todos estamos expuestos, menores incluidos, cuando transitamos por la Ruta 27 o la Autopista General Cañas? ¿O cuando llevamos a nuestros hijos al supermercado y pasamos junto a la sección de licores? La coherencia es una virtud esencial, y en este tema es un principio que debe aplicarse con rigor. La publicidad, señores lectores, no es el motor del consumo.

De hecho, el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism del gobierno estadounidense deja claro que la publicidad de bebidas alcohólicas tiene un impacto limitado en la decisión inicial de consumir alcohol, siendo más influyente en la preferencia de una marca específica una vez que el individuo ya decidió beber. Factores sociales, como la familia y los amigos, juegan un rol mucho más significativo en la iniciación del consumo, especialmente entre menores. Es el entorno familiar y el comportamiento de los pares lo que impulsa a un adolescente a beber, no la publicidad. Este hallazgo subraya que, aunque la publicidad puede reforzar la presencia de ciertas marcas en el mercado, no es el principal detonante del consumo de alcohol en sí. La respuesta radica en la educación.

Otro argumento que se menciona frecuentemente es la correlación entre el consumo de alcohol en eventos deportivos y la violencia intrafamiliar. Condeno firmemente cualquier acto de violencia, y quienes los cometen, bajo los efectos del alcohol o sin él, claramente tienen problemas de masculinidad (sí, en la inmensa mayoría son hombres) que van más allá de la influencia publicitaria. Pero seamos más analíticos y menos dogmáticos.

Es crucial distinguir entre correlación y causalidad al analizar el impacto de la publicidad de bebidas alcohólicas en el deporte. La correlación muestra una relación estadística entre dos variables, como el aumento de la violencia en días de eventos deportivos y el consumo de alcohol. Sin embargo, correlación no implica que una variable cause directamente a la otra. Aunque las estadísticas indican una relación entre el consumo de alcohol en eventos deportivos y el aumento de la violencia, no se puede afirmar que la publicidad de bebidas alcohólicas sea la causante de este consumo o de la violencia subsiguiente. 

La publicidad influye principalmente en la elección de marca entre consumidores ya decididos a beber, pero no necesariamente en la cantidad consumida ni en la decisión inicial de consumir alcohol. Por lo tanto, aunque la publicidad puede estar correlacionada con ciertos comportamientos, no es la causa directa de estos actos de violencia, por más que algunos quieran manipular los datos para apoyar prohibiciones.

La relación entre el éxito olímpico y el desarrollo social

Como mencioné al inicio, existe una correlación directa entre el éxito en los Juegos Olímpicos y el desarrollo socioeconómico de una nación. Países como Estados Unidos, Australia y Alemania, que dominan tanto el medallero olímpico como los rankings de desarrollo humano de las Naciones Unidas, destacan no solo por su riqueza, sino por su capacidad para proporcionar infraestructuras deportivas accesibles a todos sus ciudadanos. En estas naciones, el deporte es una herramienta de desarrollo social, no solo una actividad recreativa. Es importante subrayar que, con sus regulaciones y particularidades, estos tres países permiten la publicidad de bebidas alcohólicas en actividades deportivas. Nada de moralismo aquí.

Sin embargo, en naciones con limitaciones presupuestarias como Costa Rica, los recursos para el deporte son escasos y están condicionados por las restricciones del gasto público. Este problema se reconoce ampliamente en el Proyecto de Ley N.º 23.216 para el Impulso y Fortalecimiento del Deporte Nacional, impulsado valientemente por la diputada del PUSC Daniela Rojas Salas, que subraya la necesidad de atraer inversión privada para solventar las limitaciones financieras del Estado. Solo a través del incentivo a la empresa privada se puede lograr este objetivo. Nuestro Estado, una y otra vez, demuestra su ineficacia. Dejemos que aquellos que saben crear y producir sean quienes lideren, bajo un marco normativo adecuado.

Lamentablemente, a menudo dejamos que los políticos, quienes desconocen el costo de producir y crear valor, tomen decisiones basadas en “percepciones” sobre temas cruciales para el país. La solución superficial que propone el ala “social-confusa” de nuestra política nacional es anunciar con bombos y platillos la creación de fondos para el deporte o, peor aún, crear impuestos que finalmente no se recaudan o se pierden en la burocracia estatal sin llegar a los atletas.

La publicidad de bebidas alcohólicas: un modelo de éxito

El debate sobre la moralidad y el impacto de la publicidad de bebidas alcohólicas en el deporte es intenso. Sin embargo, ejemplos de países que permiten este tipo de patrocinio demuestran que puede ser una fuente significativa de recursos para el deporte. Un par de casos notables son los de la liga de fútbol profesional de México y la liga de fútbol americano en Estados Unidos, que han alcanzado un alto nivel de competitividad y desarrollo gracias al patrocinio de marcas de bebidas alcohólicas. 

En el caso de México, más cercano a nuestro país, este apoyo ha permitido a su liga de fútbol no solo destacarse en la región, sino también mejorar su infraestructura deportiva y atraer eventos internacionales de gran envergadura.

Este modelo de patrocinio podría replicarse en nuestro país, donde la falta de recursos afecta gravemente el rendimiento de nuestros atletas y limita su capacidad para competir a nivel internacional. Si se levantaran las restricciones legales que limitan la publicidad de bebidas alcohólicas en el deporte, se abriría una nueva fuente de ingresos que podría canalizarse hacia la mejora de infraestructuras, la capacitación de entrenadores y el apoyo a los atletas en su preparación y participación en competencias internacionales.

El patrocinio deportivo no solo beneficia a los atletas; también tiene un efecto multiplicador en la economía, generando empleo, promoviendo el turismo y estimulando el comercio local. Es un ganar-ganar.

Consideraciones éticas y de salud pública

Dicho todo lo anterior, reconozco que la promoción de bebidas alcohólicas en el deporte debe gestionarse con responsabilidad, considerando su impacto en la salud pública. La legislación puede establecer controles estrictos para asegurar que la publicidad se realice de manera responsable.

La propuesta de ley introduce una modificación al artículo 12 de la Ley N.º 9047, contemplando un control estricto por parte del Ministerio de Salud sobre la publicidad de bebidas alcohólicas. Este control podría fortalecerse aún más para garantizar que la publicidad no promueva el consumo excesivo de alcohol ni sea especialmente atractiva para menores.

Conclusión

Permitir el patrocinio de bebidas alcohólicas en el deporte no solo proporciona los recursos necesarios para impulsar el desarrollo deportivo en nuestro país, sino que también podría elevar el rendimiento de nuestros atletas y su posición en el escenario internacional

Con controles adecuados, este patrocinio podría ser una herramienta poderosa para cerrar la brecha entre países ricos y naciones con menos recursos, permitiendo que más países disfruten de los beneficios de un éxito olímpico. 

Un enfoque equilibrado, que combine apoyo financiero con regulaciones responsables, puede ser la clave para un desarrollo deportivo sostenible y exitoso. La política pública debe basarse en datos que demuestren causalidad, no en percepciones infundadas por sesgos ideológicos.


Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente la postura oficial de Primera Línea. Nuestro medio se caracteriza por ser independiente y valorar las diversas perspectivas, fomentando la pluralidad de ideas entre nuestros lectores.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Trending

Exit mobile version